La tercera expedición

 



La tercera expedición – (Ray Bradbury)

 

Corto de café: Un viaje muy engañoso.

 

Bienvenidos a Marte, vuestro paraíso

 


  “La nave vino del espacio. Vino de las estrellas, y las velocidades negras, y los movimientos brillantes, y los silenciosos abismos del espacio. Era una nave nueva, con fuego en las entrañas y hombres en las celdas de metal, y se movía en un silencio limpio, vehemente y cálido. Llevaba diecisiete hombres, incluyendo un capitán. En la pista de Ohio la muchedumbre había gritado agitando las manos a la luz del sol, y el cohete había florecido en ardientes capullos de color y había escapado alejándose en el espacio ¡en el tercer viaje a Marte!”

 

  El capitán John Black y sus hombres, en total un grupo formado por dieciséis hombres despegan de la Tierra para dirigirse al famoso planeta rojo, el cuarto de nuestro sistema solar, el tan ansiado y soñado Marte. Cuando aterrizan se sorprenden al encontrarse un lugar que extrañamente tiene un gran parecido con nuestro planeta azul, y ven un pueblo con unas casas al estilo victoriano, que sorprendentemente les recuerda a algo, que de momento no son capaces de saber qué es.

  “Alrededor del cohete y en las cuatro direcciones se extendía el pueblo, verde y tranquilo bajo el cielo primaveral de Marte. Había casas blancas y de ladrillos rojos, y álamos altos que se movían en el viento, y arces y castaños, todos altos. En el campanario de la iglesia dormían unas campanas doradas”.

 ‘La tercera expedición’  es uno de los relatos que forma parte de ‘Crónicas marcianas’, y estos astronautas comienzan a recordar por fin que la zona de Marte donde han aterrizado, es muy parecida al pueblo donde pasaron la primera infancia y parte de su juventud, descubriendo poco después, -vamos de sorpresa en sorpresa- que los habitantes de ese lugar son sus antiguos familiares, abuelos, padres, hermanos, novias, que habían fallecido, y que ahora, de forma milagrosa, cobraban vida, creyendo que están en una especie de cielo o paraíso lejano.

  Solo el capitán John Black se da cuenta del asunto, del lío y trampa en la que se han metido y caído, de aquello que en verdad está ocurriendo. Los marcianos de forma telepática están jugando con sus recuerdos, consiguiendo que salgan a la luz los sentimientos más íntimos, unas armas que estos seres controlan a la perfección, utilizándolos para sus fines, en este caso los defensivos ante el peligro que puede ser la llegada de estos astronautas procedentes de la Tierra, pero cuando el oficial al mando intenta reaccionar, lamentablemente ya es demasiado tarde.




  “Tienes muy buena cara, Ed, pero ¿cómo? No has cambiado nada en todo este tiempo. Moriste, recuerdo, cuando tenías veintiséis años y yo diecinueve. ¡Dios mío! Hace tanto tiempo, y aquí estás. Señor, ¿qué pasa aquí?”

Ultílogo:

  El fracaso del hombre en conquistar Marte puede verse de forma evidente, todas van cayendo en saco roto. En la primera expedición fueron dos hombres, cuatro en la segunda, y en esta tercera dieciséis. Este cuarto planeta seguirá sin ser hollado por la mano del hombre.

  Durante el relato, cuando los astronautas ponen pie en Marte y observan todo cuanto hay a su alrededor surge la pregunta. ¿Están en realidad en el ansiado planeta rojo o han viajado en el tiempo? El asombro del principio queda convertido en tragedia, porque Marte no es el paraíso, más bien su tumba.

  “A la mañana siguiente, la banda de música tocó una marcha fúnebre. De todas las casas de la calle salieron solemnes y relucidos cortejos llevando largos cajones, y por la calle soleada, llorando, marcharon las abuelas, las madres, las hermanas, los hermanos, los tíos y los padres, y caminaron hasta el cementerio, donde había fosas nuevas recién abiertas y nuevas lápidas instaladas. Dieciséis fosas en total, y dieciséis lápidas”.

 

Comunicar y divulgar.


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