Perfume de alcantarilla




Perfume de alcantarilla – (Anónimo)

 

 

Minicuentos (26): Hay aromas y perfumes que matan.


 

Tajar el alcantarillero

 

  Cuando terminéis de leer el pequeño relato que os vamos a presentar hoy en esta silenciosa bitácora, hay un asunto que no podréis negar, el buen sentido del humor, junto a la ironía que puede esconder el mundo árabe, donde también tienen sus cosas, esas que suceden en el día a día, en esos instantes que desde que el mundo es mundo, hacen girar a este azulado planeta perdido en el infinito universo.

 

Tajar era alcantarillero y, dada su profesión, pasaba gran parte de su tiempo en medio de olores de excrementos y putrefacción. Sin embargo, se había acostumbrado y tales hedores le resultaban familiares y en absoluto desagradables. Formaban parte de su trabajo diario.

Sin embargo, un buen día, abrieron una nueva perfumería en su barrio, y al pasar por delante del establecimiento, Tajar sintió curiosidad al oler unos aromas tan distintos a los que habitualmente percibía. Una vez dentro, asombrado ante todas las desconocidas fragancias, aspiró profundamente para captarlas mejor, pero en ese momento su cuerpo se puso rígido y Tajar perdió el conocimiento por completo, cayendo al suelo desmayado.

Los comerciantes de la perfumería avisaron a los vecinos y muy pronto se presentó en la tienda el hermano de Tajar, provisto, para la sorpresa de todos, de una cajita con excrementos. Una vez ante Tajar abrió la caja y se la acercó a la nariz. Unos segundos después, Tajar se despertó admirado de encontrarse en el suelo y rodeado de sus compungidos vecinos y familiares.

 


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