Un ligero caso de insolación

 

Un ligero caso de insolación – (Arthur C. Clarke)

 

Corto de café: Un golpe de estado.

 

El partido del siglo

 

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“El inspector de aduanas, que acababa de tomar mi último billete de cien dólares, tuvo la gentileza de sonrojarse debajo de las barbas mientras me hacía cruzar la frontera”.

 

Introductio:

    Retornamos a los “Relatos de diez mundos”, para ubicarnos en un imaginario país de América Latina donde todos los problemas, tanto políticos, deportivos y económicos se resuelven mediante el consiguiente partido de fútbol. Un lugar donde casi todo se lo toman a la tremenda. Dicen que “la ocasión la pintan calva”, y el listo, futuro tirano, dictador de turno aprovechará el momento, porque hay oportunidades que no se deben de desaprovechar, utilizando el partido, revancha de otro anterior para prepararse el camino, eliminando a todos sus adversarios y quedando la vía libre, expedita para usurpar el poder, no está nada mal la cosa, el asunto en cuestión, muy bien pensado por su parte.

Post scriptum:

    La democracia brilla por su ausencia, un relato que no deja bien parado al denominado cono sur, -es verdad que eran otros tiempos- pero sinceramente pienso que Clarke ha meado un poco fuera del tiesto, se nota algo de inquina con los habitantes de la zona sur de nuestro amplio mundo. Aunque hay un asunto que es bien cierto, es mejor dirimir las cuestiones pendientes mediante un partido de fútbol que no liarse a tiros entre los dos bandos.

Ultílogo:

    A pesar de los ‘defectillos’ que pudiera tener en algunos de sus relatos, que los tiene, ¿quién soy yo para criticar, hablar y valorar a uno de los más grandes? Otra cuestión más para finalizar, la tecnología se puede utilizar de forma brillante para muchas cosas, como por ejemplo dar un golpe de estado cuando se está celebrando el partido del siglo, y la gente, no piensa en nada pensar (tampoco quiere hacerlo, ni se esfuerza), salvo que pierda el rival, para que el equipo de casa resulte un fulgurante campeón, celebrando un triunfo por todo lo alto, porque… mejor festejo no puede haber.