El funerario

 



El funerario – (Ray Bradbury)

 


Corto de café: El amo de las marionetas al llegar a casa.


 

El hombre de los mil funerales

 


   El señor Benedict salió de su vivienda. Se quedó de pie en el porche, tímido y sintiéndose inferior a los demás. Un perrito pasó trotando, con mirada astuta; tanto, que el señor Benedict no se atrevió a sostenerla. Un chiquillo atisbó a través de la verja de hierro forjado que rodeaba el cementerio, al lado de la iglesia, y el señor Benedict parpadeó bajo la penetrante curiosidad del niño”.

  

Introductio:

  Hoy en el mundo de la silenciosa bitácora haremos una visita muy poco apetecible, a una funeraria, donde un extraño personaje, al cual todo el mundo toma el pelo carga su odio en el interior de la morgue en la cual trabaja, lugar en el que suceden cosas espantosas, horripilantes, que el autor, Ray Bradbury irá desgranando a lo largo de este terrorífico relato.

   ‘El funerario’ también ha sido traducido como ‘El manipulador’, pero a mí este título no me gusta nada, y fue publicado en el año 1947, en la conocida revista Weird Tales, dentro de la colección “Dark Carnival”.

Argumentun:

   Mr. Benedict no solo es el propietario de la funeraria, también lleva la iglesia y el cementerio del pueblo, un tres en uno que le convierten en pluriempleado. Todo el mundo se ríe de él, debido a que es un apocado, un simplón de tres al cuarto ante los ojos de la gente, pero también debido a los oficios que ejerce, para nada apetecibles, y ya está cansado de tantas burlas, de ser el eje de atención con las bromas que un día sí y otro también hacen sobre su persona. Sin embargo, cuando está solo en la fría sala mortuoria llega el momento dulce de la venganza, y menuda venganza realiza.

  Todo le inducía a sentir un enorme complejo de inferioridad. Con una andanada final de insultos, el señor Benedict miró su reloj de pulsera, dio media vuelta y atravesó corriendo el pueblo. Se hallaba ya en la cúspide, completamente dispuesto ya para el trabajo, para lo que tenía que hacer y para disfrutar con ello. ¡La peor parte del día había concluido, la buena empezaba ahora!”




Post scriptum:

   Unos actos criminales que nunca saldrán a la luz, que nunca serán juzgados, sin embargo la venganza, aunque venga del más allá puede ser muy justa en este injusto mundo, y mucho más en el oscuro territorio de los muertos, un inframundo de difícil acceso y descripción. Nada quedará escondido, nada quedará oculto, y Benedict no es la excepción. Una morgue en la que nadie puede estar, en la que nadie quiere entrar, un tanatorio que visto lo que ahí sucede no puede pasar desapercibido entre las almas que momentáneamente moran en esas heladas paredes, escritas de ignotos acontecimientos de complicada explicación, porque las entes que moran en el más allá harán o intentarán que se haga la justicia necesaria, ya que no pueden estar callados por más tiempo, porque la llamada justicia, esa que siempre escapa de la mano del hombre no lo hará con la de los muertos.

  “Vagando por entre las tumbas, llegaron a la sombra de unos árboles, donde las losas, una a una, eran muy viejas y estaban carcomidas por el tiempo. Ningún pájaro cantaba en los árboles. El sol, que finalmente, había conseguido atravesar los espesos ramajes, era como una bombilla incandescente, débil, teatral, increíble”.

 

Comunico y divulgo.



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