La corrección
La corrección – (Blasco Ibáñez)
Corto de café: Los ‘quinceneros’ siempre hacen
los trabajos más sucios .
Una visita a
la cárcel
Cuentos valencianos (7):
A las
cinco, la corneta de la cárcel lanzaba en el patio su escandalosa diana,
compuesta de sonidos discordantes y chillones, que repetían como poderoso eco
las cuadras silenciosas, cuyo suelo parecía enladrillado con carne humana.
Los ‘quinceneros’
carcelarios eran la última capa de aquella sociedad miserable que era la
cárcel, unos verdaderos parias de la esclavitud, estaban considerados el último
de los presos, y entre ellos estaba el Groguet, un infeliz muchacho,
paliducho y débil, un verdadero ignorante entre los ignorantes por culpa de la
vida.
En el
interior de la cárcel siempre le castigaban por torpe, por ‘embobao’,
por cualquier cosa surgida de la nada, porque el pobre no entendía nada, ni
sabía de nada. Su máxima aspiración era subir en el escalafón carcelario, pero
nunca lo conseguiría, ya que no había puesto un pie en la calle que… cuando se
quería dar cuenta estaba entre rejas de nuevo, y lo detenían por blasfemo,
cuando él nunca llego a comprender lo que significaba esa palabra. Él siempre
se quedaría con la duda de saber que significaba su título de blasfemo,
ese que no le abandonaría nunca.
“No
le cogerían más; estaba decidido; aquélla era la última quincena que pasaría.
Cuando terminase, no se detendría ni un instante en la ciudad: iría al puerto
para esconderse en cualquier barco; se metería bajo los asientos de un vagón de
ferrocarril; el propósito era huir lejos, muy lejos, donde no sacasen al
Groguet en letras de molde ni le conociera ningún cabo Fulano”.
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