El trombón de Navidad
El trombón de Navidad –
(Raymond E. Banks)
Corto de café: Unas navidades para nada musicales.
La melodía
perfecta
Atención:
esta entrada puede contener spoilers.
“Shorty
buscó en el armario su viejo trombón. Era Nochebuena y le apetecía tocar algún
villancico. Y ahí estaba en la bolsa de loneta negra…”
Descubrí este relato cuando buscaba
información para la entrada de “Fantasmas de Navidad”, a cargo de
Charles Dickens y, el husmear por la red tiene estas cosas, encontrarte con una
narración sobre la Navidad en tiempos futuros, viendo que lo que ahí sucede,
una distopía para nada extraña, puede ocurrir en nuestros tiempos, donde la
tecnología de los demonios domina todo. Un corto de café donde se ha
deshumanizado el arte (la música en este caso) y en especial la Navidad, donde
ha perdido tanto su espíritu como su encanto.
A Shorty le importaba un pimiento lo
que opinasen sobre su trombón y la música que salía de él, disfrutaba
tocándolo en soledad, en el exterior de la calle, en la lejanía de la multitud,
pero le amenazaban si tenía la osadía de tocarlo en público, ya que sería
detenido por el inspector de turno, por alterar la pasa de la ciudadanía,
consideraba que los “conos
musicales”, era verdadera música
celestial, no las horribles notas discordantes y casi afónicas que salían del
dichoso trombón.
Le recriminan una y otra vez que toca mal, que es un desastre con el mismo, que se olvide para siempre de su carrera musical, porque su música no era perfecta. Acaban confiscándole el trombón, algo que era de imaginar, pero en un despiste del agente lo recupera. Hasta Edith, su gran amor, junto con el párroco de la iglesia a la cual acude le dicen que se quite ya de la cabeza esa maldita idea de seguir tocando ese instrumento tan inútil, pero él no desiste, sigue fuerte en su empeño.
Acaba destrozando un “cono musical”, ese aparato del que solo salían melodías
perfectas, villancicos sin sentimiento alguno y sin amor por la Navidad. En lo
alto de una colina Shorty empezó con su particular concierto, era un verdadero
desafío al sistema establecido, pero esa noche sería la última vez que lo
haría, saliendo de ese instrumento sintonías que fueron reproducidas, repetidas
de forma perfecta por los “conos
musicales”. En un momento dado,
nuestro músico retó una vez más a la maldita máquina, y tocó como nunca lo había
hecho “Noche de paz”, alcanzando la perfección que siempre soñó y, para
sorpresa de todos, el cono de los demonios solo pudo reproducir las mismas
notas que, instantes antes, Shorty había sacado de su querido trombón, no había
manera de perfeccionarlas, porque valga la redundancia, eran perfectas,
imposibles de mejorar.
Desde ese glorioso día, Shorty
Williams pudo tocar “Noche de
paz” cada Navidad, junto a su mujer
Edith, que se sentía orgullosa del marido, el mejor reparador de aerocoches de
la ciudad, y el hombre que enseñó a los conos musicales a tocar villancicos.
Ultima
verba:
Con la lectura de este relato
podemos aprender varias cosas, como que en el arte la imperfección es la más
perfecta de las formas, el sentimiento y el apego, junto con la pasión en hacer
bien las cosas nunca podrán ser reproducidas por las máquinas, y por mucho que
en ocasiones se esfuerce Asimov en decir lo contrario, las máquinas, esos
instrumentos inventados por el hombre nunca tendrán alma, ni emociones, porque
en su interior solo hay engranajes, que día a día hay que engrasar, además,
ellas también se rompen, estropean y acaban muriendo, siempre será el mismo
ciclo para todos.
En la mayoría de la gente es mentira
que nos invada el espíritu navideño, lo estamos perdiendo cada año a
pasos agigantados, dominándonos un espíritu comercial, dejándonos cegar
por las luces de los grandes comercios, olvidando la verdadera esencia de lo
que es en realidad la Navidad, porque en el fondo lo estamos dejando de lado,
priorizándolo todo en las cosas banales que la vida nos pone por delante.
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