La historia de los duendes que secuestraron a un enterrador
La
historia de los duendes que secuestraron a un enterrador
(Charles
Dickens)
Corto de café: Una noche en el cementerio.
Feliz Navidad
Relectura:
“En una
antigua ciudad abacial, en el sur de esta parte del país, hace mucho, pero que
muchísimo tiempo -tanto que la historia debe ser cierta porque nuestros
tatarabuelos creían realmente en ella-, trabajaba como enterrador y sepulturero
del campo santo un tal Gabriel Grub”.
En esta historia que va
con moralina incluida se nos presentará otro caso perdido, uno de esos
individuos que tanto atraen a Dickens, y que no les gusta la tan querida
Navidad. Aclarando un poco más la imagen de este hombre diremos que era el
sepulturero de un perdido pueblo en la verde campiña inglesa, estaba amargado y
resentido de la vida, además, eran también envidioso de narices, y… aunque ya
lo sabemos todos, odiaba la Navidad con todas sus ganas, vamos era un auténtico
personaje, -pero para mal-.
Todos tenemos hobbys,
aficiones, divertimentos que nos gustan, unos más que otros, pero los tenemos,
sin embargo el de Gabriel Grub, el protagonista de esta historia tenía uno muy
particular, meterse con la gente que le gustaba la Navidad y, cavar tumbas en
tan sagrada (para muchos) noche, pero en una de estas se da cuenta en plena anochecida
y aterado de frío que está rodeado de duendes a cual más revoltoso y ‘cabronzuelo’,
donde formará parte, sin comerlo ni beberlo (y eso que a él la ginebra le va
cantidad) de un macabro y grotesco juego, a la vez que esa circunstancia le
cambiará por completo la vida, menos en una cosa, seguirá teniendo un tremendo
apego por la botella, que la vamos hacer. El resto de la historia estaría bien
que la leyésemos o como fue mi caso en releerla, porque no tiene desperdicio.
Ultima
verba:
El inframundo da para
muchas historias, lugar donde habitan unos personajes que no pasan
desapercibidos, en especial para Dickens, el autor del mejor cuento de
fantasmas escrito hasta ahora (The signal man), donde lo sobrenatural
destaca sobre todas las cosas, un miedo sicológico que bajo mi punto de vista
no ha sido superado hasta el momento.
La redención de Gabriel
Grub está a la vuelta de la esquina, pero antes tendrá que aprender una
importante lección. El humor, la fantasía, el miedo se unen en uno solo en este
pequeño relato a cargo de nuestro escritor victoriano favorito.
P.D. Es
muy probable que Gabriel Grub, el borrachín enterrador que siempre abrazaba un
cabreo constante sea un primo lejano de Ebenezer Scrooge.
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