Cuento de Navidad de Auggie Wren

 



Cuento de Navidad de Auggie Wren


 

Corto de café: Navidad en Brooklyn


 

La cámara de fotos

 

“Esta historia que os cuento es real, salvo el nombre del protagonista, que decidí cambiar a petición de él mismo. Pongamos que se llama Auggie Wren”.


  Brooklyn puede ser un buen lugar para desarrollar una buena historia de Navidad, porque ‘la ciudad que nunca duerme’ puede dar lugar para muchas cosas, más aún si entramos en un estanco, donde nos compraremos unos buenos puros holandeses.

   Doce álbumes, doce años, desde el 1 de enero al 31 de diciembre, donde se encuentra la vida de nuestro protagonista, donde todas las fotos son prácticamente la misma. Fotos tomadas a la misma hora, pero a pesar de estar tomadas siempre la misma y el mismo día se podían ver claramente las diferencias. Pero en el fondo la historia que presentamos hoy no es esa, sino más bien como consiguió el fotógrafo la cámara con que hizo las fotos.

   Auggie relata una bonita historia de Navidad vivida en primera persona a Auster, que al escucharla se dio cuenta de que ya tenía su bonito relato para el día 25 de diciembre tal y como había apalabrado con su periódico, pero que al final dudaba de la veracidad del mismo, porque temía que no hubiera ocurrido tal y como Auggie se la había contado, finalmente decidió creerle, porque “desde el momento en que alguien cree una historia, la historia es real”.

Ultima verba:

    La primera imagen que me viene a la cabeza tras finalizar la lectura de este relato son las mentiras piadosas, porque al final no son tan malas como parecen, porque se convierten en buenas, junto a la importancia de pasar estas importantes fechas junto a nuestros seres más queridos, también que todo lo que hacemos tiene un límite. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar o traspasar con nuestras acciones?

    ¿Por qué todos los cuentos de Navidad tienen que ser emotivos? Hay muchas otras formas de expresar la Navidad sin necesidad de salirnos del buen rollo, y que todos ‘seamos felices y comamos perdices’, un claro ejemplo lo podemos tener en este relato de Auggie Wren a cargo de Paul Auster, siempre bajo mi punto de vista tengo que decir que, como Dickens ninguno.

Feliz Navidad amigos.



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