Si me olvido de ti, oh Tierra
Si me olvido de ti, oh Tierra – (Arthur C. Clarke)
Corto de café: Los habitantes de la colonia – Un largo
exilio.
Los únicos supervivientes
“Cuando
Marvin tenía diez años, su padre lo condujo por los largos y resonantes
corredores que subían a través de Administración y Fuerza, hasta que al fin
llegaron a los niveles superiores y se encontraron entre la vegetación de las
Tierras de Labrantío, que crecía rápidamente. A Marvin le gustaba observar las
grandes y esbeltas plantas que ascendían con impaciencia casi visible hacia la
luz del sol que se filtraba a través de las cúpulas de plástico para salir a su
encuentro”.
Este relato fue escrito originalmente
en el año 1951, bajo el título en inglés de “Tales from the planet Earth”,
donde una vez más Clarke vuelve a dar muestras de su talento, pues este
espacial cuento es uno de los más conocidos y famosos de este autor, donde
contemplamos a un planeta totalmente arrasado tras una devastadora guerra
nuclear que ha acabado con la humanidad, donde claro está que los únicos
supervivientes de tal hecatombe son los habitantes de la colonia lunar,
encontrándonos a un padre que muestra a su hijo (Marvin) en qué condiciones ha
quedado el pobre planeta azul, el cual no es la sombra de lo que era.
El título de
este relato postapocalíptico está basado o inspirado en un texto bíblico,
concretamente el Salmo 137, donde se lamenta la destrucción de Jerusalén en el
año 597 a.C. por Nabucodonosor, rey de los babilonios, que arrasó absolutamente
con todo, de ahí la estructura de la historia, que Marvin, el jovencito de 10
años, junto a otro grupo de personas observen desde su particular mirador lunar
las ruinas del planeta Tierra.
Clarke vuelve a realizar una sonora crítica sobre el problema de las armas nucleares, su mal uso y el potencial destructivo que llevan consigo, poniendo en peligro el futuro de la humanidad, teniendo en cuenta que en el año en que fue escrito este texto tanto los EE.UU, como la ya extinguida Unión Soviética ya andaban a la gresca, tirándose los trastos a la cabeza y, amenazando a media humanidad con lanzarse todo tipo de pepinazos al cual más destructivo, como veis no hemos cambiado nada, y nuestra estupidez sigue encabezando con diferencia abismal los defectos del llamado hombre, especie que nunca aprende de sus (nuestros) errores, por tanto Clarke ya nos avisaba de la terrible amenaza que podría provocar ese resplandor apocalíptico que nos podía esperar a la vuelta de la esquina.
“No miró atrás al empezar el viaje de regreso a casa. No
podía soportar la angustia de ver el frío esplendor de la Tierra en medialuna
extinguiéndose en las peñas que la rodeaban, mientras iba a reunirse con su
pueblo en el largo exilio”.
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