El dedo
El dedo – (Feng Meng-lung)
Minicuentos (19): Un deseo
imposible de conceder.
El hacedor de prodigios
La
última vez que nos acercamos a visitar China aprendimos algo sobre “el arte dematar dragones”, deporte u oficio, todo según se mire que puede resultar
bastante arriesgado, pero para eso primero hay que encontrar al dragón, y
después, tener la osadía y valentía de matarlo, si es que se deja. Sin embargo,
hoy nos encontraremos en los caminos de ese Catai profundo con un individuo que
no está contento con nada.
El
minicuento viene a cargo de Feng Men-Lung, que le tocó vivir en el ocaso final
de la dinastía Ming, y tenía en su haber muchos relatos populares, como el que
vamos a transcribir a continuación, espero que os guste, porque es de una
sencillez infinita, de ahí su hermosura.
Un hombre pobre se encontró
en su camino a un antiguo amigo. Éste tenía un poder sobrenatural que le
permitía hacer milagros. Como el hombre pobre no paraba de quejarse de las
dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato
se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero éste se lamentó de que eso
era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de
oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos
regalos eran poca cosa.
-¿Qué más deseas, pues? -le preguntó
sorprendido el hacedor de prodigios.
-¡Quisiera tu dedo! -contestó el
otro.
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