Los bufanderos
Los bufanderos
Oé, oé, oé
Largo de café: Camino de la extinción lectora…
“La
lógica te llevará desde A hasta B. La imaginación te llevará a cualquier
parte.”
(Albert
Einstein)
Hace
ya tiempo que servidor, amante de los libros donde los haya no se metía en ciertos
berenjenales y hoy, me apetecía hacerlo, porque este mundo de la literatura está
lleno de bufanderos, que como los forofos del fútbol defienden lo imposible,
aquello que es indefendible para una minoría a la cual represento, de la cual
formo parte, estando hasta el mismísimo hartazgo de la llamada cuadratura del círculo,
la cual tenemos que comerla por narices, por no escribir por aquí un exabrupto
peor.
Un
mundo controlado por cuatro “amigos” que no solo no quieren perder su parte del
pastel, algo que veo lógico, sino que llegan al punto de quitarte las cuatro
migajas que están al alcance de tu vista, y por eso no paso, pareciéndoles mal
incluso hasta lo que libremente escoges para leer, diciéndote claramente a la
cara que eres un auténtico mentecato, un beodo, un inculto de tomo y lomo sino
lees a sus colegas, sino lees a aquellos a los cuales tu jefe, la mano que te
da de comer publica, defendiéndoles a capa y espada, cueste lo que cueste,
sacando al mercado auténticos ladrillos, tochos de ochocientas páginas, dignos
de cualquier producto farmacéutico cuyo único fin es hacerte dormir, y que por
malísima suerte, algunos clubs de lectura, demostrando que están al día y, que
son muy ‘modernos’, caen en la rutina de leerlos, provocando la huida
masiva de sus miembros, hay que joderse.
Aburridos
de tanta simpleza tenemos que escuchar de su parte, esto va por la editoriales poderosas,
la mano que mece la cuna libresca del país, la manida frase de… “la gente
está abandonando la lectura”, cuando en realidad son ellos con sus míseros
títulos las verdaderas culpables de esta extinción lectora, algo de lo que
encima se sienten orgullosos, porque según ellos el pecado es nuestro porque no
compramos libros.
Entiendo
que una editorial es un negocio y que hay que ganar dinero, pero una cosa son las
ganancias y otras tomarnos el pelo, haciendo caja a costa del tonto de turno, y
para eso tienen en nómina a los bufanderos de turno que les harán este
tipo de trabajo, intentando convencer al lector de que no se va a encontrar con
ninguna estupidez si compra alguno de sus estúpidos títulos, escondiendo las
tonterías del momento tras hermosas palabras, veintitrés con noventa euros
tirados al cubo de la basura.
La
distancia más corta entre dos puntos siempre será una línea recta, pero para
este tipo de individuos es todo lo contrario, enviándote por un inesperado
atajo que te llevará al fin del mundo, tirando por los suelos la famosa frase
de Einstein que aparece al principio de esta silenciosa reseña, es la deslógica
de la lógica.
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