En la cárcel con el enemigo público número uno
En compañía del hombre más perseguido de la ciudad...
Buscando un buen compañero de celda…
Hay autores
icónicos, que han marcado a más de una generación, como el hombre que escribió
sobre Cass, “la chica más guapa de la ciudad”. Un personaje de ‘erecciones,eyaculaciones y exhibiciones’, que nos llevará a conocer lo más oscuro de su
quinta esquina particular. Este escritor, perteneciente al grupo de autores que
se acercan con desequilibro total, plenamente controlado al fango y el vómito,
como nuestro genial Panero (hijo), nos alcanza un légamo literario hermoso y
bello, lleno de verdades y realidades, tiene nombre y apellido, Charles
Bukowski, al que su padre atiborraba a hostias todas las mañanas, porque sí,
porque le daba la santa gana, nunca se arrepintió de sus pecados, conocidos y
por conocer, divirtiéndose con ellos a cada instante, compartiendo la cirrosis
con cada renglón que escribía, exponiendo punto por punto las juergas que se
corría, dónde digamos lo que digamos, y a fuer de ser sinceros, diremos que nos
gustaría estar presentes en algunas de ellas, por muy diabólicas que fueran, en
compañía de Henry Chinaski, su alter ego y, un seguro servidor, que es quien
escribe estas líneas en esta silenciosa bitácora que nadie lee.
Este relato, corto de café, no nos
llevará de visita a la habitación de Sebastian Melmoth, para llenarnos de
blasfemias, ni nos mostrará su lado mas auto(destructivo), sino más bien el
lado más oculto del pensamiento americano, la América profunda y perdedora,
donde un tal Juan Nadie no puede dar por el culo a nadie, una América nada
soñadora, que jamás encontrará, porque tiene los sueños robados, nadie los
disfruta, porque se han convertido en una verdadera quimera para muchos
individuos, pertenecientes a la clase social de los insatisfechos, puteados,
‘porculeados’ y no soñadores, que han dejado de existir para una mayoría de
americanos, orgullosos de sí mismos y de su nación, que escupen a los ojos a
estos hombres y mujeres faltos de oportunidades (su único delito, su único
pecado), donde lo único que pueden disfrutar es de los pedos que se tiran al
aire en las cárceles donde están metidos (no condenados), en un mundo, el
carcelario lleno de sinsentidos, de ventajistas, chivatos, chaperos, asesinos
para nada en serie, mentirosos y buscavidas, que esperan ojo avizor la ocasión
como buenamente pueden.
Ultílogo:
No es de los mejores relatos de
Bukowski, odiado, vilipendiado y amado a la vez. No hay orgías, ni alcohol, ni
hostias en vinagre, puede parecer extraño y sin sentido, que te darán ganas de
castigarle cara a la pared, para dejarle sin whisky y el polvo de rigor, junto
a las consiguientes groserías de turno (de fondo), pero es un relato ideado
para hacernos pensar y denunciar que, somos espiados, maltratados por los que
nos gobiernan, somos ‘dirigidos’ a su manera por los que nos gobiernan ,
finalmente, son los que nos gobiernan quienes dirigen y gobiernan el suelo que
pisamos, decidiendo que personas merecen una oportunidad y cuáles no. El sueño
americano es muy borroso, puede desvanecerse ante la vista de muchas personas
cuando ni siquiera ha comenzado.
El “presidio” es un lugar donde
podemos acabar todos en cualquier momento de nuestra vida, teniendo como
compañero de celda (sala) al enemigo público número uno. Esta reseña está
escrita de una forma muy Bukowskiana, quizá he sido abducido, fecundado por el espíritu
del autor más enfermo y perdedor del mundo.
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