Los vecinos del principal derecha

 



Corto de café: "Un desayuno con diamantes” de la mano de Enrique Jardiel Poncela.

 

Sorpresas te da la vida…

             

“Al llegar a mi patria, de regreso de la Argentina, hice lo que suele hacer todo el que se encuentra en mi caso: me instalé en un hotel y me dediqué a buscar un piso desalquilado”.

“Para un hombre con dinero, encontrar un piso desalquilado es cosa fácil. Yo traía mucho dinero de América y encontré rápidamente lo que necesitaba”.

 

  Este hombre, muy amigo del humor absurdo fue un innovador del teatro español, un ejemplo a imitar en estos tiempos tan ‘pasados de rosca’, con un sentido del humor poco usual hoy día. Corre una anécdota por ahí de este hombre que demuestra a la legua el talante que tenía, paso a comentarla, y si no es cierta me corregís. Un día un buen amigo escritor vino con un libro, era un manuscrito que de forma paciente había terminado, y no tenía título para el mismo. La idea de este autor era que lo leyera para poder ponerle un título, pero no hizo falta, Jardiel Poncela encontró de forma rápida la solución.

-¿Lo vas a leer?

-No hace falta.

-¿Por qué?

-Ya tengo el título.

-Y…

-¿En tu libro hablas de trompetas y tambores?

-No.

-Pues ya tienes título: “Sin trompeta ni tambor”.

    Ahora, una vez contada esta historia, pasemos a tratar el ‘título’ de hoy, “Los vecinos del principal derecha”. Un hombre viene cargado de dinero, con la faltriquera bien llena después de estar unos años en Argentina, pero esta riqueza no vino gracias al trabajo, porque a este manguan le gustaba bien poco doblar el lomo, vino a consecuencia de encontrarse por el camino una billetera con ciento cincuenta mil dólares de su tiempo, una verdadera pasta, y eso que estamos hablando de los años 20 del siglo pasado, además había otra cosa más. Junto al dinero, ‘les perres’, como decimos por estas tierras había una buchaca llenita de diamantes. Decide por tanto no devolver lo encontrado y volver a España a vivir como un señor, asunto que hace a la perfección, pues parece que nació para señorito.

    Todo va a pedir de boca hasta que aparece  una mujer con una perfecta puesta en escena, ya que la actuación tiene un fin que se sabrá al final de la lectura, con la consiguiente moralina como no podía ser de otra forma, y para saber qué sucede tendrás que efectuar la lectura de este relato corto que no tiene desperdicio, y es muy típico del autor. Si os dejo en ascuas lo siento, ya sabéis que normalmente no suelo hacer spoilers.

“Media hora después yo subía rápidamente la escalera y llamaba en el principal derecha. Nadie contestó a mis timbrazos. Entonces el portero, asomándose al hueco del ascensor, me advirtió que en el principal derecha no vivía nadie, pues el cuarto estaba desalquilado desde hacía seis semanas”.



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