Premio Planeta 2024
Premio
Planeta 2024
El premio de un millón de euros, dólares, pesetas,
qué más da.
Hablábamos de…
“Bienvenidos
a los 75 Juegos del Hambre”
No
debería haber empezado esta reseña, no debería haber realizado esta entrada en
mí silencioso blog que me está ocupando un tiempo innecesario, pero lo
hecho, hecho está, para hablar, en este caso escribir sobre un galardón
envuelto en una especie de rito, muy parecido al boato religioso que con tanto
celo realiza el vaticano en ocasiones muy particulares, para loor y gloria de
sí mismos, en especial en esta edición que cumplen los setenta y cinco años de
vida como editorial, que me han recordado no sé porqué a los “Juegos del Hambre”,
donde Coriolanius Snow hace y deshace a su antojo.
Un
premio donde todo está pactado de antemano, como los documentos que
firman los diferentes ministros en los tratados internacionales, donde
el milimetraje de la última coma esta cien veces revisado, y donde cada
uno de los presentes, tiene bien leída la cartilla, sabiendo lo que tiene que
decir en el momento preciso, “Presente y arriba España”, no hay ninguna
duda al respecto.
Todos
los galardones son discutidos y discutibles, críticos y criticables, pero a
servidor le da igual quien sea el ganador/a y el acompañante de turno, una
semifinalista, que como la novela ganadora está elegida a dedo. El césar
de Roma sigue gobernando y presidiendo los juegos que se realizan en el
anfiteatro, tomando las decisiones a libre albedrío, sin tener en cuenta las
opiniones del populacho, que por norma general es todo lo contrario a la
decidida por el puto jefe de los juegos, que es quien finalmente paga el
‘jari’ en cuestión (el fiestorro literario) y eso, es bastante entendible.
Una foto, una sonrisa y a lo que usted mande señor presidente, Coriolanius Snow
está más vivo que nunca, parafraseando a este hombre diré para finalizar lo
siguiente:
“Son las
cosas que más amamos las que nos destruyen”
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