Elizabide 'el Vagabundo'
Elizabide
‘el Vagabundo’ – (Pío Baroja)
Corto de café: Tras los pasos de un hombre muy
viajado.
Cuando el amor
llama a tu puerta
“Era de
esos hombres que se dejan llevar por los acontecimientos sin protestar nunca.
Su vida, él la comparaba con la marcha de uno de esos troncos que van por el
río, que si nadie los recoge se pierden al fin en el mar”.
Seguimos
caminando por las rutas del norte, por esos caminos marcados por la mano de
nuestro guía turístico, un hombre llamado Pío Baroja, que las conoce como
nadie, y por tanto, podemos hacerlo sin miedo a perdernos por esos recónditos
senderos, que para nosotros, serían desconocidos.
Atrás
hemos dejado la localidad de Olaberri, luego, tras una larga caminata
nos acercamos hasta Arrigoitia, para escuchar historias de trasgus, y ahora
creo que nos merecemos ir a una buena fiesta de pueblo, y pasar unos días en
esos lugares verdes y de grandes caseríos, para conocer a Pablo, más conocido
por Elizabide ‘el Vagabundo’, que estuvo haciendo las américas y recorriendo
mundo, que pudo hacerse rico y no se hizo… decían porque fue debido a que era
un fatuo, un soñador, un personaje con la cabeza ‘descarajada’, siempre
pensado en las musarañas, en las estrellas lejanas de la galaxia, porque su
galaxia siempre se encontraba bien lejana.
“Su
inercia y su pereza eran más de pensamiento que de manos; su alma huía de él
muchas veces: le bastaba mirar al agua corriente, contemplar una nube o una
estrella para olvidar el proyecto más importante de su vida, y cuando no lo
olvidaba por esto, lo abandonaba por cualquier otra
cosa, sin saber por qué muchas veces”.
Una
vez en el pueblo, se encontró con Maitene, la hermana de su cuñada,
surgiendo lo inevitable, lo que pensó que nunca iba a ocurrir, él un hombre
viajado, que había estado por todo el mundo jamás había encontrado a esa mujer
que le hiciera tilín, y una vez que toma la decisión de volver a su
pequeño pueblo, se la encuentra, que cosas más extrañas tiene la vida.
“A veces,
desalentado, se preguntaba:—¿No es imbécil haber recorrido el mundo para venir
a caer en un pueblecillo y enamorarse de una señorita de aldea? ¡Y quién se
atrevía a decirle nada a aquella mujer, tan serena, tan impasible!”
En
una fiesta de un pueblo cercano -el de su cuñada-, piensa que Maitene
bebe los vientos por el joven médico de la localidad, pero no es así, a ella le
atrae la tranquilidad, la pasión que Pablo, ‘el Vagabundo’ tiene por la vida,
admirando todo lo que le rodea, su pueblo, sus alrededores, lo mismo que ella. Maitene
hacía tiempo que había captado la ternura con que Elizabide la miraba con esos
ojos negros, brillantes, pero de cordero degollado, así que, el amor… muchas
veces surge así, de la nada, como quien no quiere la cosa.
“Siempre,
siempre…—Y Maitene inclinó su cabeza sobre el pecho de Elizabide y éste la besó
en su cabellera castaña”.
Comentarios
Publicar un comentario