Leopoldo María Panero: Antología poética

 


Relectura:

 

              Retornamos al poeta del ácido y del vómito, a e ese hombre envuelto en la locura, a ese ‘noi del sucre’ que te ofrece beber de una botella donde habita el diablo, ese demonio que le tiene totalmente poseído, para decirte al oído que la perfección está en el odio. ¡Venga! Vayamos todos a adorar a la diosa Kali. Este ‘nueve novísimo’ entra hoy en acción nuevamente al ser recordado en este blog del silencio.

¿Puede estar Dios en un vaso de wiski?

              Desde los primeros versos podemos observar sus delirios, y como ha sido en mi caso, llenándome de confusión, en ese camino que inició hacia la autodestrucción, lleno de drogas y psiquiátricos, para muchos considerado un genio de la cloaca, siendo un hombre que nació y murió en su poesía, un ser que nos quería introducir en la locura, de la cual no quería salir.

              Antes de irnos con la desolación a otra parte, de recordar el peterpanismo que rodeó la ajetreada vida  que llevó hasta la muerte, y de los (eso creo) sus no arrepentimientos se tratan en esta antología poética, donde nos narra ese tenebroso paseo por las drogas, y cuando esa puerta que chirria se abre, un hombre escapa cojeando entre los muertos, un maltrecho hombre cuyo nombre es Panero, queriendo que unas uñas escarben en la vejez.

(…) el día

en que se acaba la canción miras

a la mujer amada como a un viejo, y

con la cabeza entre las piernas,

frente al mundo abortado, lloras

(El día en que se acaba la canción)



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