La enfermedad de escribir



“Me gustan las personas desesperadas, con mentes rotas y destinos rotos. Están llenos de sorpresas y explosiones. Me encuentro bien entre marginados porque soy uno de ellos”.

 

Recomendaciones literarias: (13)

 

            Ya se ha ido la Navidad, donde las creencias están y han quedado en un segundo plano. Tiempos de excesos, donde el recogimiento brilla por su ausencia, viniendo todo lo contario, un ‘tirar la  casa por la ventana’, un controlado descontrol de tragaderas y bebercios. En estos instantes de colmos y demasías es un buen momento para acordarse de uno de esos autores calificados como prohibidos, miembros del controvertido club alcohólico del vómito y del ácido, de los máximas desproporciones, de los que nunca se arrepienten de sus pecados, es más, se divierten con ellos, me estoy refiriendo a Charles Bukowski, que a parte de los vicios reconocidos tenía uno que probablemente sea compartido con muchos de nosotros, y no me estoy refiriendo a la cirrosis, más bien a algo muy bonito y de lo que no nos queremos curar, la grafomanía.

            La sugerencia de lectura de hoy es ‘La enfermedad de escribir’, donde nos comenta entre otras cosas cuáles han sido los escritores que más han influido en la vida de Bukowski, y sobre todo como funciona el mundillo editorial, ese puertas adentro que desconocemos, un hombre que vive de una manera insistente y obsesiva el oficio de escritor, un hombre que no solo tiene un montón de juergas a sus espaldas, también bastante lectura, al que no le gusta que ‘le limen y controlen' su estilo tan particular de escribir, algo que el tiempo le ha dado la razón, ya que se ha convertido en marca exclusiva de la casa.

“No encuentres el amor. Deja que el amor te encuentre. Por eso se llama enamorarse, porque no te obligas a caer. Simplemente te caes.

Yo lo prefiero ver así, sin el cigarrillo y la botella encima...

            El libro abarca la época que va desde 1943 a 1993, es decir hasta un poco antes de su muerte, y entre línea y línea parece que…’hostia’ no le gustan algunos de los escritores beats de su tiempo –algunos de los cuales nos hemos comido a cacerola y martillo -, con dardos inquietantes a grandes maestros como Hemingway o Shakespeare. Sin embargo le caen bien otros como Dostoievski o Sherwood Andersen. Dispara preguntando antes quien es el indio y quién el vaquero, así no se carga de manera precipitada al protagonista de la película a las primeras de cambio, un ejemplo que muchos de sus compañeros de tinta y papel deben y deberían haber imitado.

            El libro bajo mi gusto es para fans de Bukowski, absténganse el resto. Los detractores deben de alejarse por lo menos kilómetro y medio, pues hay un grave peligro de muerte, y que la habitación donde estés efectuando la lectura (que no es la de Sebastian Melmoth) se llene de blasfemias. Nos muestra el lado más destructivo de este afamado escritor, -pienso que siempre lo fue, de ahí una parte de su éxito- es jactancioso (nunca se escondió), es obsceno, tampoco lo ocultó. Salen a la luz los defectos de un genio que estaba lleno de maravillosas imperfecciones, aunque eso sí, debo de aclarar una cosa…no me gustaría haberlo tenido ni como cuñado ni como yerno.

“La tristeza es causada por la inteligencia. Cuanto más entiendes ciertas cosas, más desearías no comprenderlas”.

            Creo que merece la pena leer todo lo que se escriba y se pueda escribir sobre este jactancioso follador de miserias, maldito entre los malditos, -como nuestro Panero-, este eyaculador, exhibicionista y máquina defollar, que no te dejará perplejo, es tal como es, tal como escribe, sin chapa, pintura, ni cartonajes exteriores que lo embellezcan, además y perdonarme la expresión era feo de cojones. El libro no te dará tiempo ni para rascarte el sobaco, solo para leer. Con este autor tendrás juerga y vino en abundancia, un antihéroe de tiempos pasados muy vivo en este distópico presente, donde parece que tenemos que estar borrachos todo el día para tragar con todo lo que tenemos encima.

            Una selección de correspondencia inédita, un rastreo efectuado por Abel Debrito con lo mejor de lo mejor de este santo y casto autor, gran representante del asco, literatura con olor a alcohol y a puticlub de baja estopa, para conocer un poco más a ese hombre reconocible a kilómetros y llamado Bukowski.

“A mí también me gustaba Cass, la chica más guapa de la ciudad…la más bella de cinco hermanas. Medio india, con un cuerpo extraño”.

 


Creo que durante esta entrada he sido abducido por el protagonista de la misma, de ahí mi lenguaje y mi comportamiento. “Cagonlaputa” Puri, sírveme esa penúltima copa, todavía no estoy lo suficientemente borracho.



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