La maldición de la momia

 



La maldición de la momia

 

Góticas tenebrosas (7): Louisa May Alcott

 

La venganza siempre es muy puntual, siempre llega a su hora

 

“La flor absorbe poco a poco la vitalidad de quien la cultiva, causa demencia y lleva a la muerte, es el veneno mortífero utilizado por las hechiceras egipcias”.

 

  La autora de ‘Mujercitas’, sufragista militante y una gran defensora de la abolición de la esclavitud, no tuvo una vida fácil, ese camino de rosas que alguno equivocadamente se imagina, incluso llegó a plasmar sus ideas trascendentalistas en ‘Diario de Fruitlands’, que hace tiempo ya fue reseñado en estas silenciosas líneas que nadie lee, unas experiencias de vida utópica, donde al final todo se queda en eso, en sueños que nunca se harán realidad. Estuvo soltera toda la vida, y murió envenenada por mercurio, a consecuencia de su trabajo voluntario como enfermera durante la Guerra de Secesión americana.

  Egipto siempre ha ejercido una gran fascinación y atracción, ya sea para realizar un hermoso viaje hacia tiempos pasados, sentirse atraído por sus pirámides, incluso por eso misterios que siempre le han rodeado. Desde que leí “Lote número 249” o “Conversación con una momia”, no había vuelto a leer nada más al respecto y, con este relato me he encontrado con una gran historia, una maldición egipcia sin levantarme del sillón, viajando al interior de una pirámide sin necesidad de visitar ese gran país, vuelvo a repetir lleno de misterios y… momias, donde dos estudiosos de los faraones reciben un tremendo correctivo debido a su desconocimiento, falta de respeto y, porqué no decirlo, ignorancia, ya que la ignorancia y falta de tacto es osada, pero sobre todo la falta de consideración al pasado y a los muertos, en este caso las momias.


(Momia del emperador Tutankamón)

   Un tal Forsyth, hombre algo estirado y clasista, narra a su prometida el día en que junto a su maestro (Niles) quedó atrapado en el interior de una pirámide, un auténtico laberinto del cual era imposible encontrar la salida, viéndose atrapados y casi al borde de la muerte cometen la “imprudencia” de incinerar una pequeña momia, quedándose como recuerdo unas joyas el tutor, y el narrador de la historia un pequeño cofre que la pequeña momia tenía entre sus manos. Ese arca contenía un montón de extrañas semillas, pero… el asunto no queda ahí, también en el interior estaba la consiguiente maldición, tal y como mandan los cánones, una condenación que los acompañaría hasta el fin de sus días, pero de esto no hacen mucho caso, no creen en ciertas cosas, algo que les costará bastante caro.

  Cuando deciden que puede suceder si plantan las semillas llega el caos y el desorden, y la tan temida maldición cobra vida, pues ha llegado el momento de la venganza, pasando a demostrar lo equivocados que estaban.

  Este relato ha sido traducido bajo muchos nombres, “El despertar de las momias”, “Perdido en la pirámide” o “La maldición de una momia” y alguna que otra más, mostrando así el éxito de este misterioso relato que no tiene desperdicio, en una historia que va desarrollándose  poco a poco, sin sobresalto, carreras, crímenes ni nada por el estilo, todo es tranquilo, como el crecimiento de una hermosa y desconocida planta, una flor que es un auténtico peligro para todo aquel que la porta y la posee, también para quien la planta, porque el curso que debe seguir dicho brote es uno que escapa al pensamiento humano, y eso repito que no hay que pasarlo por alto, porque el día de la boda entre Evelyn y Forsyth nunca será olvidado, por lo menos para uno de los dos, ya que las imprudencias se pagan, unas con la muerte, otras con la muerte en vida.

“Lo lamentarás, y yo también, te advierto que se presagia un mal a quien tenga esas semillas misteriosas…”

 


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