Lote nº 249
Corto
de café (1):
Nadie va a negar que Arthur Conan
Doyle, junto a Sheridan Le Fanu, M.R. James (cómplice de nuestros más oscuros
miedos), el hombre del nombre y apellido impronunciable Algernon Blackwood y Poe entre
otros es uno de los grandes del género, ya que su pluma abarca varios campos en
los cuales podemos decir que es un auténtico maestro, ya que el ingenio que
despliega a cada línea no tiene límites, idéntico que su alter ego SherlockHolmes.
En esta narrativa corta que es “Lote
nº249” podemos decir que es la primera vez en que alguien tiene la
feliz idea de introducir una momia como parte protagonista de la historia, una
genialidad al alcance de unos pocos y un elemento copiado casi hasta la
extenuación por otros muchos visto el espectacular éxito obtenido, hasta llegar
al soberano hartazgo de la misma gracias al cine, donde todo o casi todo es más
de lo mismo.
Una segunda cuestión que quiero
comentar y lo hago a modo particular, es que Conan Doyle fue o ha sido el
precursor de la “space opera”, adelantándose unos cuantos años a muchos. En
este relato corto observamos eso tan típico como que los malos son muy malos y
los buenos muy buenos, donde el bien siempre triunfa por encima de todas las
cosas. Esto lo podemos comprobar en dos de los personajes, que tienen unas
características muy marcadas, me explico.
Tenemos a un egiptólogo versado en
varias lenguas clásicas, –que habla con fluidez- que posee un don
especial para dominar un idioma por muy extraño e ignoto que sea, experto en
descifrar ‘ciertos mensajes’ digamos
que ocultos y del más allá, con una maldad a borbotones, haciéndoselas pasar de
a kilo a todo aquel que le rodea. Ha comprado en uno de sus viajes un lote de
trastos a un precio desorbitado, numerado con el 249, donde una horrible momia
la cual controla para sus terribles fines es la estrella principal, la reina de
ese lote. Este hombre
apellidado Bellinghan solo sabe hacer
malas jugadas con todo vecino que se cruce en su camino, haciendo la vida
imposible a quien se oponga a sus planes, vamos que va eliminando las curvas
del camino como si tal cosa.
El contraste con este individuo lo
tenemos en uno de sus convecinos, un modélico estudiante de medicina, que
viendo el horror que se está produciendo decide actuar, cortando por lo sano
para que el asunto no vaya a mayores, pues se estaba saliendo de madre. Se
llama Abercombe Smith, que además de
modélico en muchos aspectos de la vida también es un gran deportista. Desde los
primeros momentos y con la complicidad de un vecino (Styles) descubre la trama
organizada por el egiptólogo y decide acabar con ella para siempre, aunque en
ello pierda la vida.
Hay un tercero en discordia
llamado Thomas Styles, hijo de un
reverendo y futuro cuñado del rarito,
que ha sido víctima de las trapacerías de Bellinghan,
que también habita en la torre de Old College de Oxford, una elitista
residencia de estudiantes pertenecientes a la famosa universidad, un ‘bloque de piedra gris’ que ha acogido a
distintos estudiantes generación tras generación, donde la hiedra domina sus
amplios muros.
Esta novela fue publicada por primera
vez en 1892, con un estilo gótico que me
recordó a otros escritos de Le Fanu mostrando/relatando una muy buena historia
de terror tras los muros del Colegio
Mayor inglés, (las clases altas y pudientes inglesas también se mueren de
miedo), donde se describen hechos contados y relatados en primera personas, que
dan más realidad a los acontecimientos, y que ocurrieron año arriba, año abajo
sobre 1884. No es una historia coral, los personajes son los justos y
necesarios, para qué queremos más si con ellos podemos relatar una brillante
historia. En resumidas cuentas, lo bueno y breve dos veces bueno.
Ultílogo:
Se me olvidaba comentar una cosa
fina, (es la edad…) una historia siempre te lleva a otra, y esta ha sido con un
relato de este mismo autor titulado “El anillo de Toth”, así que este
punto no lo podía pasar por alto. Con Oxford y la añeja torre de Old College
como paisaje de fondo en mi cabeza deciros que tal y como solía comentar HenryJames… “es un libro para leer en
una noche tormentosa de invierno y a una hora inusual, sentado en un buen
butacón frente al fuego”, yo por lo menos no rechazaría la propuesta.
Que
tengáis unas terroríficas lecturas, porque los miedos ya están presentes en
nuestras vidas.
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