La ley del péndulo
La ley
del péndulo
Minicuentos (14): En compañía de Ignacio Aldecoa
Más golpes te
da la vida
Aldecoa
era ese hombre, digno representante de la “Generación del 50”,
que lo mismo se perdía en una cantina que le podías encontrar perdido entre las
gentes del pueblo, en busca de una buena historia que contar. Amante de los
toros y del boxeo escribió “Neutral corner”, dedicado al
mundo boxístico y de donde extraemos el relato de hoy, porque el protagonista
de esta silenciosa bitácora que nadie lee fue ‘acusado’ de virtuosismo por el
mismísimo Max Aub, espero que os guste.
Bajaban
los sacos con un cabrestante. La escotilla portaba un cielo azul de verano,
inhóspito como una gran sala vacía. En la bodega los estibadores, formando
corro, abrían cancha al redón descendente. Urgidos por el capataz se
abalanzaban sobre los sacos y los apilaban ordenada y rápidamente.
–Saco… estribor… arriba… Iuú…
Sentían
el polvillo del trigo en los pulmones y carraspeaban de vez en cuando. Las
manos se endurecían en la faena, se musculaban y tomaban fuerza.
–Saco… babor… arriba… Iuú…
Al ocaso
entraba el segundo turno. En el ocaso, antes de que las luces del barco
feriaran el trabajo, los estibadores miraban al cielo acuario como si fueran a
emerger hacia el infinito.
Los
estibadores se prestaban los chalecos de cuero y andrajos. Se despedían.
–¿Te entrenas?
–¿Te parece poco entrenamiento
este?
–A ver lo que haces en el
próximo…
–Lo que se pueda.
–A ver cuándo empiezas a ganar
dinero y dejas esto.
–En seguida.
En el
gimnasio penduleaba el saco de entrenamiento. El boxeador obedecía la voz del
capataz.
–Saco… izquierda… derecha…
arriba… abajo… Sigue… Para…
En los
barcos y en los gimnasios se iba aprendiendo a vivir: fuerza, velocidad,
pegada… Un poco más lejos el dinero… y entretanto de saco a saco como única
esperanza.
Comentarios
Publicar un comentario