Los misterios de la taberna Kamogawa
Los misterios de la taberna Kamogawa – (Hisashi Kashiway)
Largo
de café: Un viaje por el lugar más recóndito de Kioto.
Unos
detectives muy gastronómicos
“Quienes están
destinados a encontrarse terminan haciéndolo y, del mismo modo, quienes están
destinados a llegar aquí, acaban llegando”.
(Nagare Kamogawa)
Hay
lugares escondidos en ciudades donde abunda el turismo, pero no por eso dejan
de ser desconocidos para una inmensa minoría, que sí saben de su
existencia, y aunque cueste un poco encontrarlos, también saben el lugar, ese
destino que los hados, caprichosos donde los haya les han acercado hacia ese
final de recorrido, un restaurante japonés que no aparece en internet, con reseñas
inexistentes, sin letrero a la entrada, pero del cual, todo el mundo habla. Solo
han sido guiados por una pequeña nota en una conocida revista gastronómica de
gran tirada. Me estoy refiriendo al templo gastronómico (porque lo es) más desconocido y famoso a la vez de Kioto, célebre
por sus templos llenos de serenidad absoluta, sus palacios imperiales, sus
jardines, hermosos cerezos en flor, los barrios llenos de geishas, y a partir
de ahora por una casa de comidas donde todo está medido al detalle, donde
todo tiene un por qué y donde podrás saborear ese plato imposible de
encontrar, aquel que te emocionó mucho tiempo atrás, y que nadie ha sido capaz
de replicar, me estoy refiriendo al establecimiento, a una taberna llamada
Kamogawa.
“Me alegra
saberlo. Nosotros siempre hemos ofrecido a los clientes cosas buenas, y lo malo
nos lo hemos quedado para nosotros”.
Allí nos encontraremos con Nagare, un policía retirado, ahora metido a cocinero, y menudo cocinero, prácticamente podemos decir sin equivocarnos que es el mejor guisandero (como me gusta esta palabra) de todo Japón. A su lado codo con codo trabaja su hija Kosishi, la directora de esta extraña agencia detectivesco gastronómica, con excelentes resultados, que es la reina del boca a boca, que es la responsable de esa ignota clientela que entre asustada, sorprendida y curiosa, traspasará la puerta de este (des)conocido establecimiento, recomendado por todos, pero antes de pasar por esa puerta que separa el exterior de un mundo lleno de sueños, nos encontraremos con un gato dormilón, que responde al nombre de Hirune, un guardián por llamarle de alguna manera que nunca asusta al particular público de la taberna.
Post scriptum:
Nagare
y Kosishi son unos conseguidores de lo imposible, unos hacedores de sueños que
hacen feliz a la gente, que buscan la perfección en los platos, la exquisitez
del momento, en esa taberna donde todo está medido al milímetro, siempre
teniendo muy en cuenta la llamativa y misteriosa (también atrayente) cultura
nipona, siempre llena de prolegómenos. Cada plato tiene su vajilla, cada
cliente tiene un sueño servido en bandejas de artesanía japonesa, digna de un
museo.
“Ni hablar
-replicó la señora Tae-, los detalles importan. El desmoronamiento de una
cultura comienza con la perversión del lenguaje”.
Un
servicio de restauración muy, muy especial, donde a los nuevos clientes, una
vez que se han tropezado con Hirune, el gato dormilón y salen de su asombro,
padre e hija ofrecen siempre el omakase, es decir, tú confías en el chef
y él te ofrece, muestra y cocina todo lo mejor de sus saberes culinarios para
ponértelo encima de la mesa, para tu disfrute personal, una degustación que no
quieres que se acabe nunca, después llega el resto. Una vez que hayas dado las
gracias al cocinero por su impresionante trabajo, te levantarás de la mesa,
atravesarás un largo y estrecho pasillo lleno de fotos, la gran mayoría son de
comidas, para luego sentarte en un cómodo sillón, donde frente a una atenta
Kosishi comentarás ese plato que tanto te emocionó y, nunca más has vuelto a
probar, una receta, unos instantes que, aunque hayan pasado un montón de años,
quieres volver a paladear. ¿Crees que esto puede ser posible?
Ultílogo:
Un libro muy pequeño, de fácil lectura y
lleno, muy lleno de (grandes) detalles, vuelvo a repetir que milimétricamente
medidos, donde no te tiene que abrumar la cantidad de alimentos, platos y
recetas japonesas que allí salen (se dictan), ya que detrás de cada composición, detrás de cada cocinado hay una persona con una historia detrás,
desde triunfadores a gente anónima que buscan volver a capturar ese instantes
de sus vidas que hace tiempo quedó atrás. Una historia muy feel good, buen
rollista, que te hará soñar, un libro que, aunque este 2025 acaba de
empezar puede que sea (muy probablemente) una de las lecturas del año, de eso
no tengo ninguna duda.
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