Las sirenas
Las sirenas
Minicuentos (15): En
compañía de unas musicales damas, las
nereidas marinas
Las doncellas de las olas
Viajamos mucho, volamos mucho, tanto en el presente como en el pasado, y tampoco nos olvidamos del futuro, gracias a esas máquinas de soñar y desplazarse entre los tiempos de los tiempos que son los libros. Hoy, en esta silenciosa bitácora que nadie lee nos hemos acordado de Homero, el gran poeta ciego, aunque habrá muchos que digan o comenten que su ceguera es un mito inventado, debido en parte a que todos los poemas homéricos fueron evolucionando de forma oral, antes que la escritura se fuera desarrollando en Grecia, y que estos eran transmitidos de bardo a bardo en forma oral, y es muy probable que muchos de ellos añadieran algo de su propia cosecha o lo cambiasen por palabras más entendibles y actuales. Hoy le recordamos mediante una conocida parte de su famosa ‘Odisea’, escrita en el siglo VIII A.C., algo que me ha hecho recordar a otra obra ilustre “El silencio de las sirenas” a cargo del gran Kafka.
“Las
sirenas hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas. Quien acerca su
nave sin saberlo y escucha la voz de las sirenas, ya nunca se verá rodeado de
su esposa y tiernos hijos, llenos de alegría porque ha vuelto a casa; antes
bien, lo hechizan estas con su sonoro canto, sentadas en un prado donde las
rodea un gran montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca.
Odiseo: haz pasar de largo a la nave y, derritiendo cera agradable como la
miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche.
En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos, firme
junto al mástil -que sujeten a este las amarras-, para que escuches complacido,
la voz de las dos sirenas; y si suplicas a tus compañeros o les ordenas que te
desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas”.
Déjate encantar por el hechizo sirénido de las
merrows…
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