El anillo de Toth
Corto de café (2): Sosra 'el Egipcio'.
Hace unos días hablábamos por estos pagos de una narración breve de Conan Doyle, 'Lote 249', donde comentaba que la lectura me había recordado a otro relato corto del mismo autor 'El anillo de Toth', así que me puse manos a la obra y releí esta pequeña historia donde Conan Doyle demuestra ser un verdadero maestro, un terrorífico relato muy al estilo de la época, donde la momia o una momia vuelve a ser la protagonista.
No me sorprende la maestría de este hombre, dotado de una imaginación digamos que privilegiada, y una capacidad descriptiva muy por encima de los compañeros de generación con los cuales le tocó convivir, mostrando que está unos escalones más arriba que el resto, 3 o 4 tranquilamente. Qué bueno que no le entrase nadie en la consulta de los demonios que tenía montada en Londres, porque de esta forma la literatura ha dejado un gran escritor, uno de esos imperdurables y atemporales, del cual ahora todos nosotros podemos disfrutar, aunque si tratase a los enfermos de la misma forma que escribía seguro que hubiera sido para el bien de la medicina un médico genial.
Dejando atrás todos los rodeos realizados para hacer esta entrada quiero decir una cosa, en 'El anillo de Toth' está escondida una hermosa historia de amor, dos almas que se tienen que encontrar de una vez por todas en ese gran infinito que es el más allá, para estar toda la eternidad juntas.
Un conocido egiptólogo con demasiado ego sobre sus espaldas realiza una visita al museo de Louvre para realizar unos estudios, John Vansittar Smith que así se llama el individuo repara en los rasgos físicos de uno de los vigilantes del museo, llegando a la conclusión que son egipcios, en especial por el llamativo color de los ojos, junto a un rostro arrugado y acartonado que parecía dar al propietario del mismo cientos de años.
Está tan ensimismado en su trabajo que el tiempo pasa sin que apenas se dé cuenta, y en el mayor de los silencios, al caer la noche nota como una lucecita que alumbra en la distancia va aproximándose hacia él. Esa lámpara distante es portada por un ente parecido a un espíritu, que en realidad es uno de los vigilantes del museo, que decide contarle -tras intercambiar unas palabras- su historia, el porqué de su vagar entre los siglos de los siglos, y que esa noche tras muchos sufrimientos iba a llegar a su fin, pues iba reunirse con alguien muy importante relacionada con su pasado, lleno de penar año tras año.
Una de las momias que 'descansaban' en la estancia era un antiguo amor de juventud, y él había sobrevivido tras 'inyectarse' un líquido de su invención, un auténtico elixir, no de juventud sino de longevidad que le había hecho sufrir entre los tiempos de los tiempos.
Antiguos ritos, oraciones de antaño olvidadas tiempo atrás permanecían en la memoria del anciano Sosra, que las utilizaría para unirse a su amor. Una vez abandonado el museo y al leer en los periódicos del día siguiente a la extraña aventura se encuentra con la siguiente noticia...'es que en el museo de Louvre de París ha ocurrido un extraño suceso, un extraño caso donde un anciano con edad indeterminada y poco sociable, vigilante de la institución ha aparecido muerto, abrazado a una de las momias de la sección de egiptología. Además se ha realizado un robo en unas extrañas circunstancias, donde faltan joyas y anillos de gran valor en un suceso todavía inexplicable hasta el momento para los investigadores de este caso.
El egiptólogo no lo vio como algo anormal, el pesar en la balanza la inmortalidad del alma es un tema delicado, cada uno decide la forma en que lo hace según el resultado que pueda obtener para sus fines, pero también hay misterios en la vida que si uno los investiga no son tan desconocidos.
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