El país de los sueños
El país de los sueños – (Anónimo oriental)
Minicuentos
(33): Unos alumnos muy inteligentes.
El maestro de escuela
Todos
recordamos nuestros tiempos de escuela, aquellos en los que éramos unos pobres
inocentes, (esto de inocentes es un decir) e íbamos a regañadientes al dichoso colegio,
pegando patadas a las piedras, acordándonos de mala manera en el inventor de
tal suplicio diario, y pensando en la
gamberrada de turno, para pasar el rato lo mejor posible, entre tanta milonga
de incomprensibles números matemáticos, impronunciables terminachos, latinajos,
fórmulas magistrales, y países lejanos de los cuales nunca habíamos oído
hablar. Aquello lo considerábamos una terrible pérdida de tiempo, pero… el
tiempo se puede perder de muchas maneras, tanto por parte de los alumnos como
de algún que otro cansino y dormilón docente. Me explico:
El maestro de escuela solía echar la
siesta cada tarde. Los niños le preguntaban por qué lo hacía.
—Voy a la tierra de los sueños
—respondía—, para reunirme con los sabios antiguos, como hacía Confucio.
Un día hacía un calor terrible, por
lo que algunos discípulos echaron la siesta. Como el maestro los regañara,
ellos explicaron:
—Hemos ido a la tierra de los sueños
para conocer a los sabios antiguos, como hacía Confucio.
—Y cuál ha sido el mensaje de esos
sabios —inquirió el maestro.
Entonces, uno de los discípulos
respondió:
—Fuimos al país de los sueños, nos
reunimos con los sabios y les preguntamos si nuestro maestro de escuela iba
allí cada tarde, pero ellos dijeron que jamás habían visto a esa persona.
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