El clavo

 



El clavo – (Pedro A. de Alarcón)

 

 

Largo de café: En una tormentosa noche comenzó todo -  “La huella del crimen” (1).

                                                                                      

Aquella enigmática mujer

 


La novela que inició el género policiaco en España:

 

  “Lo que más ardientemente desea todo el que pone el pie en el estribo de una diligencia, para emprender un largo viaje es que los compañeros de departamento que le toquen en suerte sean de amena conversación y tengan sus mismos gustos, sus mismos vicios, pocas impertinencias, buena educación y una franqueza que no raye la familiaridad”.

 

  Cuando hablamos de este título hay algo que debemos tener muy en cuenta, muy claro, nos estamos refiriendo a la primera obra de género policial que se ha publicado y escrito en España, ese estilo ‘noir’ que desde ese instante daba sus primeros pasos, para gusto de todos los amantes de este tipo de relatos.

   La historia está escrita con el lenguaje de la época viene envuelto dentro de una trama amorosa, -había que dar vida al asunto de alguna forma-, eso sí, con tres personajes principales de protagonistas, donde de refilón podemos encontrarnos con algún que otro momento gótico, ya que el autor Pedro A. de Alarcón está influenciado por uno de los grandes maestros del género, Edgar Allan Poe.

  No podía ser de otra forma, la narración comienza en una noche de tormenta, en el interior de una diligencia en la cual de momento solo viaja el narrador, siempre omnipresente, hasta el instante en que sube a la misma una enigmática joven de poca conversación, pero de gran belleza, que enamora a nuestro cronista. Una misteriosa mujer con la que coincidirá alguna vez más, pero que aquí no vamos a comentar.

  Visitando a un amigo apellidado Zarco le acompaña al cementerio en el ‘Día de Difuntos’, encontrándose en el osario la calavera de un hombre con una especial particularidad, de forma sorprendente es un muerto reciente y su cráneo está perforado por un clavo. Este amigo suyo es juez, y decide abrir las oportunas diligencias para resolver lo que según parece es un crimen. Cuando identifican al hombre (fallecido-asesinado) quieren dar el siguiente paso, un paso que para sorpresa de ellos tiene un final inesperado, porque la autora de tan vil y frío asesinato es la culpable de los males amorosos que padece el señor juez, es decir Zarco, amigo personal del narrador, y que al mismo tiempo es la misteriosa, enigmática y callada mujer, de esquiva conversación que una noche de tormenta viajó con nuestro cronista hasta la ciudad de Málaga.

Ultílogo:

   Es un relato que se lee de una tirada, sin circunloquios de ningún tipo, por tanto no divagarás, ni contemplarás las musarañas en los alcornocales, escrito al estilo de la época, que hoy día no estaría de moda, algo ‘envarado’ para mi gusto, pero vuelvo a repetir que era lo corriente en aquellos tiempos, y por eso hoy día esta historia no está pasada de moda (por sus aspectos góticos, que siempre permanecen en el tiempo),  y sigue siendo igual de interesante.

   Con ‘El clavo’ comenzaba un género que en España daría grandes maestros y personajes, como Vázquez Montalbán y su conocidísimo e inolvidable Pepe Carvalho, Alicia Giménez Barlett junto a su inseparable compañera Petra Delicado, o Lorenzo Silva con la singular pareja de guardias civiles formada por Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro.



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