Calaveras
Calaveras – (Nicanor Bolet Peraza)
Corto
de café: El chantaje al tío Roboan - “La huella del crimen” (3).
La calavera de Hamlet
“(…) Esta noticia encabezaba ayer la
columna obituaria del ‘New York Herald’. Parecía que ex profeso la habían
colocado allí, en las primeras líneas, para que yo me fijase en ella,
conociendo mi repugnancia por una sección que tan tristes informes suele darle
a uno sobre la salud de las personas a quienes estima”.
Introductio:
Seguimos
paseando por esas calles oscuras y solitarias, también las concurridas, esas
que nos llevarán hacia los lugares donde se han cometido los crímenes más
atroces, también los más singulares, perdiéndonos entre esas páginas que nos
explicarán lo inexplicable, que nos contarán extrañas aventuras con singulares
personajes. En la historia de hoy conoceremos al fallecido Arturo Claxton, un
estudiante de medicina muy calavera, más amante de la juerga y de la buena
vida, que de su futuro, bueno, aunque su futuro al final… no fue muy lejano.
Argumentum:
El autor de
este relato está considerado como uno de los principales cuentistas venezolanos
del S.XIX y ‘Calaveras’, escrito en el año 1894 es una buena muestra de
ello.
Tras el
fallecimiento de su padre y apadrinado por un pariente adinerado, el joven y
juerguista Arturo Claxton se dirige a la ciudad de Nueva York para empezar sus
estudios de medicina, aunque escribir o decir aquí estudios sería una
pantomima por mi parte, pues de dedicaba más al buen vivir, ir de fiesta en
fiesta y todo lo que se terciase, siempre en compañía y amigos de piso
artistas, gente muy denostada, siendo un símil muy literario para describir a
la gente de la farándula como personal de mal vivir, muy amantes de la fiesta,
que era a lo que se dedicaba nuestro buen amigo Arturo, que una vez pobre,
padre y madre fallecidos, el tío, que apadrinaba sus estudios en la más
completa ruina, y después de haberse bebido toda su fortuna no tiene más
remedio que buscarse la vida, y lo hace chantajeando a un conocido prestamista
de tiempo atrás, al que le empeña una calavera propiedad de su padre (abogado
de profesión) que había utilizado en un fracasado juicio, pero que para el
viejo prestamista le resultaba bastante conocida, y que guardaba un gran
secreto. Hoy no voy hacer ningún tipo de spoiler, y si queréis saber la
verdadera realidad que hay escondida detrás de esta historia… no tendréis más
remedio que leerla, porque el tío Roboan tiene mucho que decir y esconder,
por eso el fantasma descabezado del tío Moisés anda molestando de
vez en cuando el alma resacosa de nuestro joven y mal estudiante, ese alma
etílica que se ha especializado en convertir eternas las noches, un verdadero
arte, descanse en paz.
“El
descabezado había desaparecido; pero estoy certísimo de que no fue delirio mío
lo que le acabo de referir. ¿Sabe usted por qué lo creo? Usted dirá, cuando
sepa que seguí al pie de la letra las instrucciones del tío Moisés.
Ríase usted, mi amigo y maestro, de los que digan que aquello fue un puro
hablar por la tapa de la barriga; y sepa que me fui donde el usurero asesino;
que me hice el que no sabía nada; que le rogué me devolviese por dos horas la
calavera para un estudio muy serio que estaba obligado a presentar sobre los
huesos tales y cuales; y que no sospechando el miserable el lazo que le tendía,
me entregó, sin rescate, mi prodigioso tesoro”.
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