El bosque de Ahokigahara
En el
mundo de los solitarios lectores, valga la redundancia, una lectura te lleva o
otra, y un dato por muy simple que sea puede llamarte la atención, e intentas
buscar toda la información posible sobre el mismo, como me ocurrió con las leyendas de la isla de St. Finnan, pero también me ha pasado con uno de los
ejemplares que estaba leyendo estos días, ‘Una tumba con vistas’, del
escritor escocés Peter Ross, que mencionaba en uno de los capítulos un lugar
que también está lleno de historias y leyendas, uno que poseía un dato muy importante
que no podía pasar por alto llamado Aokigahara.
Aokigahara ese es el nombre
de un bosque de Japón al que acuden las almas perdidas, -algunas todavía
con remedio- cuando ya no pueden soportar más sus penas, aquellas que les corroe
el alma. Este conocido lugar también es llamado ‘Mar de árboles’ y ‘Bosque
de los suicidios’, un tema tabú que la literatura ha tocado en varias
ocasiones.
Está situado al noroeste de la
base del famoso Fuji, el monte sagrado para los japoneses, siendo además el
pico, monte o lugar más alto de esas tierras pertenecientes al sol naciente y,
a este bosque, floresta nacional se le asocia históricamente con demonios de la
siempre fascinante mitología nipona, como los Kitsune o el histórico KojiKi, junto al de difícil pronunciación Nihonshoki, donde encontramos
libros con poemas de más de mil años de antigüedad, -esos que de vez en cuando
suelo postear en esta silenciosa bitácora que nadie lee- que ya mencionaban que
este bosque, estaba maldito.
El bosque en cuestión está lleno
de letreros, carteles en distintos idiomas, que intentan disuadir en diversas
lenguas a todos aquellos que tengan el mal pensamiento de quitarse la vida, -una
mala decisión- que busquen ayuda para alejar de sus cabezas el pensamiento
suicida. Fue en la época de las grandes hambrunas, así que, con nuestra
particular máquina del tiempo, también con la imaginación vamos a desplazarnos
hasta el S.XIX, que no está tan lejos. La población pasaba una mala época, sobre
todo cuando las epidemias hacían de las suyas, unos estragos que causaban el desespero
de la población, (que vivían peor que las ratas) que menuda tenía encima. Muy a
pesar de su corazón las familias más pobres tomaron la terrible decisión de
abandonar en este bosque a los niños y ancianos que no podían alimentar,
demasiadas bocas para el momento, demasiadas desgracias para el necesitado, para
ese maldito instante de sus vidas, que allí la designan con la palabra ubasute,
así que es fácil pensar que surjan todo tipo de historias y melindres al
respecto, con un lugar lleno de fantasmas, muchos de los cuales estaban conformadas
por las almas de los ahí fallecidos, seres de las tinieblas, vagabundos entes
de la foresta… pero vayamos a la cuestión que estamos tratando, porque como me
pasa en muchas ocasiones, pierdo el hilo del tema…
La historia de que sea un buen lugar
para suicidarse, quitarse la vida para hablar más claro, marcharse de este mundo
de una santa vez, es debido o viene a cuento por el título de una novela Nami
no tau, que no tengo ni pajolera idea de lo que significa o quiere
decir, (yo lo traduzco a mí manera y diría algo así como `las olas del
destino´) a cargo del escritor Seicho Matsumoto, (que parece un nombre de samurái
japonés) donde al final de la misma los amantes deciden suicidarse en este
bosque. El ‘asunto’ no queda ahí, en el año 1993 se publicó una guía ‘El
completo manual del suicida’, donde claro está se recomienda, como solución
final a los problemas del mundo y los suyos incluidos, el suicido, pero ojo, en
el bosque en cuestión, al que considera perfecto para quitarse la vida, hay
que joderse. Cuidado con el librito de marras, ha vendido más de un millón
de copias, algo que puede ser la envidia de algún escritor, yo el primero, que con
perdón no vendo una mierda, además, ninguna editorial me hace caso.
¿Por qué no fue censurado el
libro? Gran pregunta que en el fondo es fácil de responder, no es por culpa de
la mentalidad nipona, más bien de sus leyes. Sencillo, la ley japonesa solo
censura las imágenes gráficas o correspondientes a los órganos sexuales, (en los
videos porno japoneses esas imágenes o planos salen velados) por eso el libro
sí, pero… las pirulas no. Manda güevos y hay que joderse, con
perdón de los exabruptos, a pesar de que en él se explican diferentes formas de
quitarse la vida, libro que se ha encontrado al lado de varias personas que ya han
sesgado su existencia, menudo libro de cabecera.
Ahokigahara es por mérito propio el lugar donde más gente se suicida en Japón y, el segundo del mundo, solo superado por el conocidísimo y cinematográfico puente Golden Gate, en San Francisco (EE. UU). Este bosque tiene en su nómina sobre 500 cadáveres en su haber, visto esto y como se comentó al principio, numerosos carteles pueblan dicho lugar, donde realizan batidas para encontrar cuerpos de posibles suicidas. Otra anécdota más, los yacimientos de hierro que allí se encuentran consiguen que tanto las brújulas y los GPS dejen de funcionar, ocasionando que muchos viajeros se pierdan. ¿Será por algo más? Misterios, causas geológicas, leyendas o tal vez que nuestra imaginación está muy desbocada, vuela demasiado. No importa soñar, aunque en ocasiones sea de forma terrorífica
.
Post
scriptum:
Bienvenidos al mundo del miedo. No
olvides, cuando te acerques a este bosque de marcar el camino de vuelta con
cinta adhesiva de un color bien llamativo para no perderse, puede ocurrirte
cualquier cosa, pero tranquilo, no pasa nada, en el mejor de los casos nos
podemos encontrar con algún ser mitológico del bosque, entre los que se
encuentran los Bake-Danuki, que nos harán alguna “putadilla”, jodernos
sin causa alguna repetidas veces durante nuestro recorrido, entre ellas
robarnos la pasta gansa, con la única finalidad de divertirse a nuestra costa,
así que…caminar bien atentos, cualquier cosa puede llegar a suceder.
Feliz
travesía amigos.
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