Hózuki, la librería de Mitsuko

 



           Siempre se ha dicho que lo bueno y breve son dos veces bueno. Esto sucede con esta pequeña lectura, la protagonista de hoy en esta silenciosa bitácora que nadie lee, muy alejada de esos ladrillos de ochocientas páginas, dignas de un buen supositorio, que tanto gusta publicar a algunas editoriales, las cuales yo, salvo excepción huyo como si fuera la peste.

            Nórdica Libros, una de mis editoriales favoritas es la responsable de la publicación de este gran libro, a cargo de la escritora japonesa Aki Shimazaki, donde nos describe como transcurre el día a día de Mitsuko, una mujer que es propietaria de una librería de lance, que para los no entendidos (con perdón) diremos que son aquellas librerías que solo venden libros usados o raros. También suelen llamarlas de libros especiales, de libros viejos o anticuarios.

               La propietaria de este negocio pasa sus días tranquilamente con su madre, que cocina muy bien los platos tradicionales del país y… ha estado en la cárcel, (¡spoiler!, y mira que es raro que yo los haga, pero el argumento de la historia, que no de la ‘peli’ me obliga a ello) también le acompañan en la aventura de la vida su hijo Táro, que es sordomudo y, un viejo gato callejero de quince años, llamado Sócrates, no podía ser de otra forma. ¿Por qué? La librería de Mitsuko está especializada en filosofía.

             Todos tenemos tres vidas como decía Carracedo, uno de los personajes de Vagalume. La familiar, es decir la personal, la profesional y, la secreta. La vida secreta de Mitsuko es muy particular. Cada viernes por la noche se convierte en una chica de alterne, en un local de alta gama, vamos, uno de esos que podemos llamar de postín, con lo que gana buenos dineros, permitiéndose así la tan ansiada por todos libertad económica.

                Todo va más o menos bien, con la rutina de todos los días, esa en la cual, millones y millones de anónimos e importantes personajes consiguen hacer girar el mundo, un mundo que si no te da sorpresas te sorprende con una sorpresa en forma de hostia, una hostia tan grande como un tranvía. La de Mitsuko viene en forma de aparición, -para nada religiosa-, no en forma espectral, sino de carne y hueso. Un día cualquiera, entra en la tienda una distinguida señora, con un bonito y hermoso kimono, que responde el nombre de señora Sato y su hija, que muy pronto congenia con Táro, trastocando totalmente (toma adverbio terminado en mente) sus vidas.


Tallos de hózuki, el misterioso fruto, una planta "linterna" típica de Japón


Post scriptum:

                La mujer del kimono rojo se llama Kako Sato, y esconde un gran secreto al entrar en la librería, un lugar que hasta ahora no hemos dicho el nombre, y este es Kito.

“Su manita sostiene firmemente un tallo de hózuki, con dos frutos”

                Hay secretos guardados como una joya, otros que duelen más que los golpes de escoplo, moldeando tu rostro hasta convertirlo en más duro que un pedernal, pero que poco a poco irán saliendo a la luz. Los tallos de hózuki los usaban antiguamente las prostitutas (sus frutos) para provocar el aborto.

“Hózuki, hózuki, el amor enjaulado…

¡Tú eres mi resplandor!”

                Kito también pude significar luz, como la luz de la vida, del conocimiento, pero este no es un buen momento para ponernos místicos. ¿Sabéis una cosa? En el lenguaje de las flores hózuki significa mentira, al igual que las mentiras que podemos guardar algunos de nosotros.

                La vida da muchas vueltas, la siempre desnuda verdad puede aparecer en cualquier momento, poniendo las cosas en su sitio, pues en ocasiones se cansa de estar siempre escondida, o se cansa que vez tras vez hablen mal de ella, saliendo a la luz por mucho que nos esforcemos por evitarlo.

En ese momento, vuelvo a ver un fruto de hózuki vivo y naranja como una luz”

 

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