La última casa de la calle C-
La última casa de la
calle C-
Góticas tenebrosas (12): Dinah M. Mulock
Todo puede ser
verdad aunque parezca mentira
“Los hombres sensatos, cabeza de familia no deben dejarse
llevar por una mera fantasía supersticiosa que probablemente era fruto de una
cena caliente y de un cerebro sobreexcitado”.
Un relato
fantasmagórico romántico en el brumoso Londres, siempre rodeados por hermosos
jardines de Temple, donde un viaje a la capital del reino, junto a una obra de
teatro, con Shakespeare y los fantasmas de Hamlet al fondo del telón,
provocarán un retraso de vuelta a casa, a ese dulce hogar donde puede suceder
de todo o casi todo. Una demora que se convertirá en incómoda debido a la
noticia que recibirá esta viajera familia (por lo menos una parte de ella), que
no tuvieron en cuenta las advertencias dadas por un espectro o ente similar
entre los cristales de la ventana de la cual miraban apaciblemente el paisaje
que les presentaba la gran ciudad, un repicar en el frío vidrio de la noche que
siempre permanecerá para siempre en sus memorias, en especial de la
protagonista y narradora de la historia, que por supuesto sí cree en la existencia de los fantasmas.
“En general, no creo en los fantasmas, pues no veo nada buen
en ellos. Llegan, es decir, se nos informa de que llegan, de una manera tan
carente de relevancia, de objeto (tan ridícula, en suma), que el sentido común
de una cosa respecto a este mundo y la intuición sobrenatural que tiene del
otro se sienten igualmente asqueados”.
Ultílogo:
Dinah M. Mulock tuvo a su alrededor a un grupo de buenos amigos que siempre la animaron a escribir, y tuvo éxito desde el principio, teniendo la suerte de llegar a ser una escritora reconocida, que tocó varios géneros, como el ensayo, poesía, novelas varias y relatos, algunos hoy día muy difíciles de encontrar. Una gótica tenebrosa, una dama oscura que, desde esta silenciosa y ecléctica bitácora no podíamos pasar por alto.
Post scriptum:
A pesar de
todo aquello que pudiera estar en contra, y lo que nos dice el sentido común,
Dinah M. Mulock nos deja una cosa bien clara, que puede caber la posibilidad,
por muy remota que sea, que los fantasmas existen, haciéndolo mediante todo un
clásico, las casas embrujadas o encantadas, como es el caso del relato de hoy,
y Dorothy lo vivió en sus propias carnes, al desoír esas llamadas, esas
advertencias que le indicaban que algo malo podía ocurrir.
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