Kallikantzaroi
Kallikantzaroi
“Unos extraños y peligrosos seres andan
sueltos por Navidad”
Un autor te lleva a un libro, y ese libro a otro libro en un maravilloso e inimaginable viaje que nunca termina, eso suele ocurrirme con autores como Umberto Eco o Borges, pero hoy no hemos venido para hablar ni del italiano ni del Homero argentino, sino más bien de Lovecraft, el hombre de la mente oscura y llena de ignotos conocimientos para la gran mayoría de la humanidad, que nos transportará a horribles terrores cósmicos.
Estaba leyendo “El que susurra en la oscuridad”,
cuando me encontré con la palabra kallikantzaroi, y aunque me sonaba a
griego, uno es de letras pero no tiene porqué saberlo todo, puse manos a la
obra para saber y comprender el verdadero significado de esta extraña palabra,
pues algo muy importante se traía entre manos el autor cuando un hombre como
Lovecraft la introduce en uno de sus textos.
Sí, habéis acertado de pleno, estos personajes con un nombre
tan raro, que tanto gusta a H.P. son espíritus de la noche, muy habituales en
el folclore de lugares tan dispares y lejanos del sureste de Europa y la
Anatolia (una gran parte de Turquía), habitando en el desconocido mundo
subterráneo, al que nadie quiere entrar. Tienen por costumbre salir al
exterior, y no para ver la poca luz del sol durante los doce días que dura la
Navidad, no la que marca ‘El Corte Inglés’, sino la que va del 25 de diciembre
al 6 de enero. Les suelen llamar de muchas formas si traducimos su nombre al
cristiano, al habla popular y entendible que practica todo el mundo,
licántropo, vampiro, chupasangres, hombre lobo… y así hasta no parar.
¿Cómo librarse de ellos? Se comenta, rumorea y dicen por ahí
que colocando un colador en el peldaño de entrada a casa, porque no saben
contar más allá de dos, (eso decía un profe mío en el pasado, y nunca me he
convertido en un bicho apestoso de estos) y cuando llegan al número tres
(número sagrado) se morirían al pronunciarlo, o quedando como un pasmarote
sentado en el peldaño, contando los agujeros del dichoso colador toda la noche,
teniendo que esconderse a la salida del sol.
Si tenéis chimenea en casa dejarla encendida también toda la
noche, el maloliente y peludo individuo o lo que sea no podrá entrar por ella,
también quemando incienso o pintando una cruz negra en la puerta.
Ahora llega
el momento de las leyendas, y quizás uno de los motivos (yo creo que sí) por
los que Lovecraft los incluyo en “El que susurra en la oscuridad”. Corría entre los pueblos un pensamiento de
boca en boca y era el siguiente: todo niño que naciese durante los doce días de
Navidad estaba en serio peligro de transformase en kallikantzaroi, por
lo que ataban al bebé en trenzas de ajo, o en su defecto paja, y también hacían
algo muy peligroso, chamuscarles las uñas de los pies al pobre niño, y si
nacías en sábado podías ver y hablar con los malignos seres subterráneos.
En otros lugares como en Serbia los kallikantzaroi castigaban a los adúlteros, pegándoles unos buenos palazos en el cuerpo al llegar a casa, como escarmiento a su comportamiento, así que mucho cuidado con ellos, porque un día estos malolientes bichos son capaces de robarnos la Navidad. Olvidaros de los elfos traviesos, son unos simples aprendices comparados con los kallikantzaroi.
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