Mañana y mañana
Mañana y mañana – (Ray Bradbury)
Corto de café: «¿Quién eres? ¡Pronto! ¿Dónde estás?»
La
máquina reluciente
“Hasta el momento en que abrió la puerta, el día no fue
diferente de los demás. Había deambulado por Los Ángeles buscando un empleo que
no encontraba y se preguntaba por qué la costumbre de vivir era tan fuerte que
no podía romperse, ni aun queriendo”.
Esta reseña puede contener algún spoiler.
(No hay más remedio)
Introductio:
No
voy a esconder aquí mi admiración por el maestro Bradbury, ya que esto
lo he dicho y escrito hasta la saciedad en esta silenciosa bitácora que nadie lee,
porque el hombre que alquilaba las máquinas de escribir, para plasmar sus
historias en el sótano de la biblioteca Powell de UCLA (Universidad Central de
Los Ángeles) a 10 centavos la media hora (tenía que aprovechar muy bien el tiempo
para sacarle beneficio al asunto, sino menuda ruina), se inspiró en su propia
vida cuando le dio por escribir este relato, que se publicó en el año 1947 en
la revista ‘Fantastic Adventures, y también se volvió a inspirar en una
de las famosas Underwood nº5, que se utilizaban en las salas de
radiotelegrafía en OC (Onda Corta) que permiten escribir textos telegráficos, entonces
se le ocurrió la feliz idea de relatarnos esta original historia, porque el maestro
consideraba estos aparatos (maléficos como ellos solos, invento del maligno) unas
verdaderas tablas de ouija, que originaban la creatividad del autor que las
poseyera, esas historias que están escondidas en el interior de cada uno, y eso
es lo que ocurre en el cuento bradburyano de hoy, donde dos personajes establecen
un contacto pasado-futuro, unas manos que se mueven misteriosamente
sobre las teclas, alcanzando unos intercambios teclaescritos entre los
tiempos de los tiempos, y que da lugar a que el protagonista masculino (Steve
Temple) efectúe ese asesinato (producido en el año 1955), que tendrá sus
consecuencias en la futura fecha de 2442 -casi nada-, donde Ellen Abbott
le pide ayuda, donde los aspectos oscuros y destructores de la política y
del ser humano salen trágicamente a la luz.
«Tienes que realizar una misión por mí… no, no por mí,
sino por todos nosotros, pensando en el futuro».
Post scriptum:
Un
hombre que lo da todo y no recibe nada a cambio, un hombre
que comete un asesinato para que las generaciones futuras se beneficien del
mismo, una historia que termina de una forma abrupta e inesperada, una
narración de sci-fi, que hoy día no lo parece tanto, pero es tan real e
irreal como uno quiera imaginar, como ese mundo fantástico que nos rodea y
espera.
“Al principio no fue más que un temblor. Estaba
sentada delante de él. Separados por quinientos años. Tenía el cabello como el
sol y sus ojos eran profundos y azules bajo el resplandor de su cabellera. Su
roja boca se abrió y pronunció unas palabras…”
P.D. Me gustaría
resaltaros un punto en la lectura que me llamó la atención, nuestro protagonista
Steve Temple vive en el 221 de la calle Novena, de la ciudad de Los Ángeles, y
como todos ya sabéis, nuestro detective favorito Sherlock Holmes, vive en el
221 de Baker Street, de la brumosa ciudad de Londres.
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