Betty

 




Betty – (Tiffany McDaniel)

 

Largo de café: La ‘calabaza protectora de sus hermanas’.

 

¿Tú te has visto en el espejo?

 


  “Todavía soy una niña, no más alta que la escopeta de mi padre. Papá me pide que la lleve afuera, adonde él está apoyado en el capó del coche. Coge la escopeta de mis manos y la coloca sobre su regazo. Cuando me siento a su lado, noto el calor estival que desprende su piel como si fuese un tejado de chapa en un día tórrido”.

 

   Hay historias desgarradoras, de las que te van destrozando el corazón a medida que vas avanzando en la lectura, aunque eso ya lo advierte el prólogo, para que sepamos de antemano con qué nos vamos ha encontrar, y el asunto no nos pille desprevenidos, por tanto avisados estábamos, así que efectuaremos un paseo por la América profunda (esa que tanto mola últimamente), en un recorrido que no sale en los folletos publicitarios de las agencias de viaje, y ante nuestra vista nos encontraremos con ese Ohio de los años 50-60, junto a una familia un poco particular, que se sale de la norma, sin olvidarnos de ese gen cheroqui –‘los que están atados a la luna’- que rodea a la autora, porque la pequeña india, se hizo poderosa, gracias a la magia ancestral de su padre.

  Racismo, incomprensión, violencia, junto a esa búsqueda de uno mismo, esa identidad que uno no debe perder jamás en la vida, porque uno debe de saber quién es y dónde están sus raíces, (de dónde coño procede). Vuelvo a repetir que veremos una América (perdón, quiero decir Estados Unidos, hablemos con propiedad) comprobando que sus gentes no son tan inteligentes como los pintan en todas esas series y películas de moda, con los que diariamente nos bombardean, en especial los canales digitales de pago, para que veamos que son los ‘number one’, y no me arrepiento de decir esto porque creo que es verdad. Mucho machismo, mucho racismo, mucha desigualdad y… mucho de lo mismo, algo muy presente en ciertas zonas del llamado según ellos ‘país elegido por Dios’, su dios, no el mío, donde el famoso sueño americano del que tanto cacarean a bombo y platillo, del que tanto presumen no existe, es un montón de arena que se escurre entre la nada del infinito, una crudeza que prácticamente puedes tocar con las manos. Eso sí, los Apalaches nunca se moverán de su sitio, mientras que Ohio seguirá con sus permanentes tradiciones, su cultura y su historia, pero no me gustaría vivir allí, a mí me gusta mi patria y mi tierra.

 

Club de Lectura Gijón-Sur



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