Un campeón desparejo

 


Un corto de café con un taximetrero indomable

      Todo autor que se precie tiene su mundo y lo expresa a través de los libros, Bioy Casares uno de los grandes regeneradores junto a Borges de los cuentos y relatos fantásticos de la literatura iberoamericana, no iba a ser la excepción, porque el hábito hace al fraile. En este silencioso blog que nadie lee ya le hemos posteado con alguna de sus ‘desaforadas historias’ como Un cuarto sin ventanas’ y ‘El camino de las Indias’.

     En Un campeón desparejo’ nos encontramos con el antihéroe por naturaleza, ese personaje anónimo que hace mover el mundo cada día, que intenta hacer el bien según le vaya dictando la conciencia y los valores, pero recordar que los valores siempre son jerárquicos, porque cada uno de nosotros le da la importancia que quiere, que le da la gana. El resultado que obtiene con esta actitud es variado, unas veces con buen resultado, mientras que otras tienen que marcharse con el rabo entre las piernas.

      El protagonista es un hombre viajado, ya que se recorre todos los días de punta a punta la ciudad de Buenos Aires, que se conoce al dedillo, ya que él es un taximetrero (taxista), donde recoge con su taxi, un ajado Rumbler a todo tipo de personas.


Taxi argentino de épocas pasadas, una pasada...

     Este hombre tiene nombre y apellidos, es Luis Miguel Morales, donde sus amigos ven el él a la réplica del gran campeón boxístico Luis Miguel Firpo, ese que sacó del ring a base de unos buenos golpes, bien cruzados al famoso Dempsey, casi nada. Tiene un sueño, todo los seres humanos tenemos uno, quiere encontrar por las calles de la ciudad a Valentina, un antiguo amor huidizo, que no ha podido quitarse de la cabeza, una obsesión que le persigue día y noche, pero las cosas, las malditas cosas de la vida, los acontecimientos nunca salen, ni tampoco suceden como uno quiere.


Luis Ángel Firpo, el rey sin corona


Post Scriptum:

       El relato está basado en hechos reales, en el mayor robo de la historia boxística a cargo de unos americanos, que como la mayoría de las veces, aunque ellos digan lo contrario, no saben perder, al creerse ‘el culo del mundo’. El boxeador argentino Luis Ángel Firpo, sacó a golpes del ring a un invencible Jack Dempsey -en el primer asalto-, que después de 15 segundos noqueado, viendo las estrellas y el paraíso del whisky malo, confundiendo el Guadiana con el Mississippi, volvió al cuadrilátero, ayudado por el árbitro y el público, donde acabó venciendo el garrulo boxeador de las barras y estrellas, porque estaba impuesto (por cojones) de antemano, un triunfo sucio, donde ese tal Dempsey debió ser descalificado. El ‘nuevo orden mundial’ siempre acaba haciendo de las suyas. ‘Cosas veredes amigo Sancho’, uno siempre se acaba dando cuenta que el quijotismo se encuentra en todas partes.


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