El camino de las Indias

 



Relato de “Historias desaforadas” (1986) – Bioy Casares.

Corto de café: Tomando un café con un buen amigo de Borges.

 

   Me puedo arriesgar a decir, y que me perdonen todos aquellos que se esfuerzan por proteger las santas tradiciones, dígase los puristas que, si el gran Borges, único donde los haya tenía un alter ego, este podría ser nada más que su ‘hermano pequeño’, otro genial (pero no tanto como el hermano mayor) Bioy Casares.

         Todo escritor tiene sus obsesiones, algunos le persiguen durante una vida, Bioy Casares no puede ser la excepción y, en “El camino de las Indias” aparecen retazos de las mismas, como pudieran ser los viajes, la imposibilidad de encontrar el amor, la lucha permanente del ser humano contra la vejez, -hay que joderse, esa batalla siempre la tendremos perdida de antemano- junto a la siempre presente inmortalidad. El ser humano siempre persigue lo imposible. En este relato se puede ver una clara influencia borgeana, no siendo tan fluido y culto en el lenguaje como el ‘Homero argentino’, pero nos encontramos ante una gran sencillez en las letras y, en esta narración, que huye del lenguaje cultista de J.L.B., eso sí por momentos podemos decir que el amigo Bioy Casares peca de localista.

         Son historias cortas, que se leen en un plis-plas, en un santiamén, para relajarse, dejando de lado esas lecturas enciclopédicas, llenas de pedantería que no llevan a ninguna parte, porque, tras un día duro de trabajo, uno necesita otro tipo de libros/títulos para entretenerse, olvidándose del odioso jefe y de los problemas de la vida por unos momentos, para ‘encabronarse’ ya están los telediarios de cualquier cadena televisiva. Historias con un claro carácter moralizante.

         Bioy Casares empezó escribiendo cuento en la revista Sur, donde conocería a su futura esposa y, claro está a ese amigo para toda la vida, un alma gemela llamada Borges. El autor de “La invención de Morel” colaboró con J.L.B. en una serie de escritos, bajo el seudónimo de H.Bustos Domecq.






         En “El camino de las Indias” nos encontramos con un viaje que más o menos termina bien (siento el spoiler), un trayecto que es como la vida misma, que puede terminar de forma abrupta ante el primer contratiempo o quizás el segundo, eso no importa, donde nada es como parece, nada es lo que es, queriendo aparentar lo que es imposible aparentar (los mismo que Instagram), junto a un relato que termina bajo mi punto de vista de forma quebrada, donde el pobre Francisco Abreu (el protagonista principal junto al narrador de la historia) se merecía algo más de texto, porque yo me he quedado en ascuas. ¿Alguien sabe que final cierto tuvo el pobre Abreu, creador del crecepelo más importante de la historia? ¿Dónde coño -con perdón- está? Cada uno puede imaginarse más de mil finales al respecto, pero yo quiero saber solamente la verdad.

Si podéis descubrirla, decírmelo.




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