El gato que amaba los libros
La librería de Natsuki:
“No te dejes impresionar por las
apariencias. El mundo está lleno de personajes que viven en lugares con una
entrada deslumbrante y luego el edificio es penoso”.
Este
relato es una relectura pasada, un viaje a uno de esos libros que leí no hace
mucho tiempo y, que por alguna extraña razón (quería dejar el blog, pues estaba
harto de su silencio) nunca reseñé, quedando con ganas de hacerlo, y ahora,
aprovecho esta oportunidad. Rintaro Natsuki es un joven hikikomori, al
que recientemente le ha fallecido el abuelo, un honorable propietario de una
librería de viejo, con una enorme pasión por los libros, heredada claro está de
su progenitor, al que tanto admiraba.
En
esos momentos de soledad, cuando piensa que va hacer con su vida a partir de
ahora, y rodeado de sus admirados libros empieza a recibir una serie de
visitas, como la de Akiba (que es un gran lector), la estrella del equipo de
baloncesto del instituto, y de la delegada de la clase, Sayo, de apellido
Yuzuki, que toca el clarinete, (esto me ha recordado a Woody Allen) junto con
un extraño gato que todo lo sabe, Tora (Tigre), que se acercará por ‘arte de
magia’ hasta la librería, para pedirle ayuda en una serie de cuestiones, que
tienen como protagonistas a los libros, es aquí donde se desarrolla la mayor
parte de la historia, donde encontramos el meollo de la cuestión.
“Y la mejor forma para sobrevivir en
este mundo lleno de sufrimiento no es la razón, ni la fuerza física, sino el
sentido del humor”.
El
gato le propone efectuar cuatro arriesgadas misiones, de las cuales si falla,
no hay regreso posible, que consiste en introducirse en unos arriesgados y quiméricos
laberintos, donde pondrá a prueba no solo su ingenio, también su pasión por los
libros, una constante a lo largo de toda la lectura. Liberar libros, ejemplares
prisioneros, libros recortados y lastimeros de unos propietarios un poco
especiales.
Primer laberinto: El hombre que acumulaba libros para
su conocimiento y luego los encerraba bajo llave para no ser vistos jamás.
Segundo laberinto: El hombre que recortaba libros para
solo dejarlos reducidos a una sinopsis, buscando una lectura rápida y ligera de
los mismos.
Tercer laberinto: El hombre que publicaba libros sin
ton ni son, a lo bestia, con el solo interés de ampliar beneficios,
menospreciando y descatalogando todos aquellos ejemplares que se leyeron en el
pasado, y parece ser que ahora están algo olvidados por el lector.
Cuarto laberinto: La extraña mujer que rapta a Sayo, la
chica del clarinete, de la que Rintaro, nuestro antihéroe particular parece ser
que está enamorado.
Ultílogo:
Una
lectura que mezclará fantasía y realidad, un recordatorio, un paseo literario
por muchos de los grandes clásicos de nuestra literaria historia, de aquellos
libros que nunca deberían ser olvidados, ni cometer el sacrilegio de ser
descatalogados. Vuelvo a repetir eso de una lectura que te llevará a
otras partes del mundo, el real, no el fantasioso, lugares con espacios
similares a la “Librería de Natsuki”. Si empezamos por el mismo Japón,
nos acordaremos de “Hózuki, la librería de Mitsuki”, y si nos
desplazamos hasta la otra esquina del mundo, perdiéndonos entre la niebla de
Londres, quizás nos demos de bruces con “La librería del señor Livingstone”.
Los libros tienen alma -dijo el gato de repente.
Post scriptum:
Sea lo que sea, los libros siempre
estarán presentes en nuestra vida, nunca desaparecerán por mucho que se
esfuercen algunas personas, para que suceda todo lo contrario, un mundo con papelajos
donde solo estén escritos cuatro renglones malamente reseñados y sintetizados.
Vivimos en un planeta donde las dichosas pantallitas nos tienen comido
el seso. Quizás necesitaríamos dos compañías para evitar esta maldita
situación, la de los libros, y la de un gato sabiondo color cobrizo, con la
energía suficiente como para invitarnos a correr una serie de laberínticas y
literarias aventuras. ¿Te aventurarías en las mismas?
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