El parásito del tren
Corto de café: Un trayecto en compañía de Blasco Ibáñez.
Un viajero inesperado
Realizaremos un viaje en tren
desplazándonos hacia el año 1900, que fue cuando Blasco Ibáñez publicó “La
condenada y otros cuentos”, dónde el relato ‘El parásito del tren” formaba
parte del mismo.
‘Le conocí una noche viniendo a Madrid en el tren correo de Valencia’.
Un
hombre cuenta a sus amigos como conoció a un viajero que le causó una honda
impresión, cuando viajaba en el tren correo nocturno de Valencia a Madrid, ya entrado
en tierras manchegas y al viajar solo en el compartimento de primera decide echarse
un sueño, pero al sentir frío en el mismo, tras un breve “pigazo”, se
despierta y ve que sentado en la puerta hay un extraño personaje que viaja con
los pies colgando hacia afuera, corriendo el peligro de caerse.
Tras
un pequeño incidente de por medio, se aclara la situación, no es ningún ladrón,
tampoco es un asesino. Era un pobre hombre,
que tras trabajar toda la semana lejos de casa (debido a la pobreza) regresaba
para ver a su familia, y poder abrazar a su mujer y a sus hijos, a los que
quería con locura. Las circunstancias de la vida son duras y llevan a ciertos
hombres a arriesgar su existencia, al intentar subir y bajar del tren en marcha para
conseguir el objetivo, ver a los seres más queridos.
‘Todos los sábados hacia el viaje del
mismo modo. Esperaba el tren a su salida de Albacete, saltaba a un estribo, con
riesgo de ser despedazado, por fuera de todos los vagones, buscando un departamento
vacío, y en las estaciones apeábase un poco antes de la llegada, y volvía a subir
después de la salida: siempre mudando de sitio, para evitar la vigilancia de
los empleados, unas malas almas enemigas de los pobres’-
Este
vuelvo a repetir que pobre hombre, estaba considerado un malvado, un malhechor
para los ferroviarios, sin embargo para el narrador de este relato, corto
de café que hoy estamos reseñando, era un héroe, un auténtico campeón
de la valentía, al jugarse no solo el tipo, la vida, para estar el dichoso domingo con
su familia.
En
medio de toda esta conversación tuvo que salir por pies para no ser pillado, y
ante la pregunta de que sucede del narrador a uno de estos empleados
(perseguidores) del humilde y valiente hombre, esto fue lo que le respondieron…
‘Un tuno que tiene la costumbre de
viajar sin billete -me contestó con énfasis-. Ya le conocemos hace tiempo. Es
un parásito del tren; pero poco hemos de poder, o le pillaremos para que vaya a
la cárcel’.
Este
hombre, al igual que el narrador vivía con la incertidumbre en el cuerpo, hasta
que un día, supo una terrible noticia, una noticia que lo dejó apesadumbrado, y
que era el motivo por el cual Pérez, uno de los protagonistas del relato,
contaba la historia vivida a sus amigos.
‘… más de una vez he pensado en el
pobre gañán, que separado de su familia por la miseria, cuando quería besar a
sus hijos, tenía que verse perseguido y acosado como una alimaña feroz y
desafiar a la muerte con la serenidad de un héroe’.
Las puertas del cielo están abiertas
a todo el mundo…
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