Esa pena de escoria

 



Esa pena de escoria – (Charles Bukowski)

 

 

Corto de café: Aburrida sesión de poesía.

 

Otra idiotez más de Chinaski

 

  “El poeta Víctor Valoff no era un gran poeta. Tenía reputación local, les gustaba a las señoras y su mujer lo mantenía. Siempre estaba dando lecturas en las librerías locales y a menudo se le oía en la radio estatal. Leía con voz sonora y espectacular, pero el tono nunca variaba. Víctor siempre estaba en trance”. 

 

En este mes, que es el favorito de nuestro hígado,

lugar en el cual se celebra la Navidad, no podía faltar

uno de nuestros alcohólicos favoritos.

 

Introductio:

    La edad hace estragos, lo mismo que el alcohol y la eterna estupidez humana, que en los últimos tiempos está adquiriendo un carácter casi pandémico. Me ha ocurrido algo, se me inoculó el mismo mal que tenía contagiado a Bukowski, pero esta vez, y ya van dos, el tiro les ha salido por la culata, a pesar de mi edad, a pesar de las cervezas y botellas de vino que llevo bebidas y, a pesar de mi eterna estupidez, este autor del vómito, con olor a ácido y siempre cabreado con el mundo, metiendo bien de patadas en el culo a una sociedad que le trae sin cuidado, no ha logrado convencerme, que te den por el saco Chinaski.

   Bukowski gusta a ciertas edades, Bukowski encanta a ciertas generaciones, es ese tipo de autores que están en el olvido pero, al mismo tiempo siempre están muy presentes, porque no hay bomba atómica o gobernante gilipollas, (de esos tenemos muchos) que quieren acabar con el mundo de un buen pepinazo, pero Bukowski también cansa, y mira que le doy oportunidades, lo que me hace ver que, soy un viejo borracho y gilipollas, intentando leer a alguien que se ha convertido en cansino, aburrido y repetitivo, sin obviar que en ocasiones escribe unas verdaderas mierdas, como este innombrable relato, del que no voy a repetir el título.

Argumentum:

   Utilizando el mismo lenguaje que el alcohólico autor, diré que a mí también me la trae floja ese rapsoda llamado Víctor Valoff o como coño se llame y, sus aburridas sesiones poéticas, lo mismo que me la chufla la vida de Chinaski, los intentos de meter un polvo de mediopelo a las primeras de cambio y, su odio visceral a la sociedad, que dicho sea de paso, ‘pasa olímpicamente de él’, un cretino de tomo y lomo, cuyo espíritu me ha abducido para escribir estas monótonas letras, que “dan pena y son bastante escoria”.

 

Pena, Dios santo, pena mía,
esa pena de escoria,
barras y estrellas de pena,
cataratas de pena,
mareas de pena,
pena a destajo
por todas partes…

 

  Trasliterando tus propias palabras tan solo puedo decir unos últimos comentarios, en esta lluviosa tarde de diciembre en la cual estoy escribiendo esta mierda de palabras, “´tú tampoco follas ni escribes”, y tu mente, “también está llena de mamadas”, muy al estilo de Víctor Valoff.



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