Las ruinas circulares



Las ruinas circulares – (Jorge L. Borges)

 

Corto de café: Una misión extraordinaria.

 

Un desconcertante secreto

 

     “Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra”. 

 

Introductio:

     Soñar es gratis, no nos cuesta nada, tan solo tiene un pequeño problema, que nos llena de ilusiones, ensoñaciones que, en la mayoría de las veces no se cumplen, y nos llenan de ofuscación. Esto mismo le ha pasado al protagonista del relato de hoy, un texto que fue publicado en la revista Sur y luego en Ficciones (1944), del cual he sacado el cuento. Este hombre que aparece un día por ‘las ruinas circulares’, tiene unos sueños con un único propósito, soñar con un hombre para moldearlo a su manera, -imagen y semejanza-. Un hombre que, al llegar a estas milenarias ruinas, descubre cuál es su misión, es (se convierte) en un soñador soñado, viviendo un sueño dentro de otro sueño.

Scriptum:

     El soñador comienza a tener discípulos, está considerado entre la población como un ser mágico y, finalmente, cuando pasa un tiempo, los despide a todos, para quedarse solo con uno de ellos, al que le traspasará todos sus conocimientos, pero esta maniobra no resulta. Aún así, sigue teniendo presente el poder dar a luz a su hijo, ese ser con el que tanto había soñado. Finalmente, llegamos a una conclusión, este mundo, le mires por donde le mires es una pura alucinación, pues el planeta azul, al que llamamos Tierra, también tiene la misma idea que el protagonista, ese ser mágico del que estamos hablando, crear hombres, seres vivos creados a su viva imagen, para que nos demos cuenta de este relato, por tanto, la Tierra nos deja en una total ignorancia.

Ultílogo:

     No hay que echarse las manos a la cabeza, ese tipo de seres, personajes que se creen mágicos tienen fácil eliminación, y es acabando con su personalidad, transformando esos sueños en otros totalmente diferentes. Nos encontramos con un relato muy cargado de misticismo, con una narración cerrada, por donde iremos transitando a medida que recorremos dicho círculo ruinoso, dejando de lado, pasando de largo por una típica narración lineal, para algunos llena de agonía, porque muestra los deseos del autor o artista, en este caso Borges, deseos de poder sacar adelante su obra (ese ser soñado que nunca llega, y cuando lo hace no es el esperado), el mismo esfuerzo que hace un creador por sacar adelante su idea, haciéndola palpable y bien visible, pero lo peor de todo, es que nos pase lo mismo que al protagonista, que al final de tanto sacrificio, eso que tenemos entre manos no salga, sea el motivo que sea.

     Visto y escrito estas palabras, yo puedo pensar algo similar, que el relato de hoy pudiera ser un cuento que nos hable sobre el fracaso, de aquello en lo que ponemos todo nuestro empeño y que, al final, fracasamos en el mismo (pero de bruces), dándonos contra el suelo una buena hocicada, y que mediante una gran ‘hostia’ despertemos, y veamos cual es la pura realidad.


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