Una tumba con vistas


    “Los cementerios son lugares de grandes ambiciones. Reflejan la memoria de quienes murieron, pero también por qué y, sobre todo, para qué murieron”.

     Dícese de los tatófilos que son todas aquellas personas que les gusta los cementerios, que sienten una gran pasión por las lápidas, fijándose en los más mínimos detalles de la misma, donde nada puede pasar por alto, y que pasear por cualquier cementerio en cuestión, no solo es un privilegio, también es una cura de humildad. 

      Hay pasiones de todo tipo, en 1973 la conocida banda de rock británico Pink Floyd sacó al mercado su octavo disco, titulado “The dark side of the moon” inscripción que puede aparecer alguna vez en estos sitios, y está en más de una lápida, porque en este mundo, todo, absolutamente todo, tiene un por qué. En este extraño paseo que vamos a efectuar con la lectura del libro, nos saldremos un poco de lo habitual, porque podemos viajar hasta lejanos lugares, todos fuera de la guía turística que componen los paquetes habituales de las agencias de viaje normal y corrientes, que pululan alrededor de este extraño orbe en el que vivimos, sin embargo hay otro tipo de viajeros o curiosos turistas que están muy interesados por ejemplo en los cementerios victorianos, muy típicos en el Reino Unido o que quieren pasar una buena tarde de primavera en Aokigahara, donde se encuentra el conocido bosque de los suicidas, hasta, tal vez acercarse hasta la isla de St. Finnan, llena de leyendas, espíritus y muertos…, quizás los más valientes quieran acercarse hasta extraños lugares, sitios donde habitan los Kami, oscuros lugares donde están presos los conocidos como ‘pilares humanos’, la extraña tradición de los hitobashira.


La antigua tradición de los hitobashira - "Los pilares humanos"


        Nos acercaremos a camposantos como el de Highgate, ahí yace un ataúd forrado en plomo, que corresponde al exespía ruso Alexander Litvinenko, asesinado por los agentes rusos con el famoso Polonio-21. A que os suena de algo…

         Hay uno de ellos que llama poderosamente la atención, el cementerio de Crossbones (tibias cruzadas), el santo lugar donde reposan los restos de las trabajadoras sexuales del medievo, pero solo aquellas que habían recibido la autorización de la iglesia para ejercer la profesión, claro está que debido a esto no estaban consideradas dignas de ser enterradas en tierra consagrada, manda güevos.

       Este cementerio de los olvidados y situado a unos diez minutos del Támesis nos encontraremos con una placa, en ella dice lo siguiente: “Los muertos marginados D.E.P.”. Dicho de otra forma más clara que puede herir sensibilidades, el cementerio de las mujeres solteras. ¿Qué solteras?


        Estas chicas vivían en una zona oscura, (no confundir con el lado oscuro de la fuerza) donde todo lo ilegal era legal, todo estaba permitido, pagando, claro está, no iba a ser gratis. Allí estaban los teatros, burdeles, donde las ocas, es decir estas chicas vestían de blanco, así serían más fácilmente reconocidas. Tiempos en los que era muy fácil pillar una enfermedad venérea, cuyas culpables eran siempre las mismas, las ocas de Winchester.

         En Crossbones reposan para la eternidad estas mujeres, consideradas no dignas para ser enterradas en la llamada tierra consagrada, junto con otros individuos, los “apreciados” marginados. Menos mal que un nutrido grupo de personas, ‘The Friends of the Crossbones’ rememoran este lugar mediante una vigilia que realizan el 23 de cada mes, sin fallar un solo día, incluso algunos de ellos llegan a cantar el estribillo de una de las famosas canciones de Bowie, Starman. ¡Ahí queda eso?

Starman waiting in the sky

He’d like to come and mee us

(…)



       En los cementerios hay todo tipo de esculturas, figuras que nos pueden transportar a la otra parte del mundo. Estatuas que nos recuerdan a otras deidades como los Jizo, asociadas a los niños abortados o mortinatos, en japonés más conocidos como mizuko, niños o niñas del agua.

    Los jizo sirven de protección a los niños, así les ayudan para entrar en el paraíso, pasándoles de forma compasiva, extendiéndoles los pliegues del kimono. Todos los camposantos tienen a sus protectores, que se preocupan por las almas de los que ahí residen.

    Más curiosidades. Veintitrés años estuvo enterrado el cráneo de Yorick antes de que lo descubriera Hamlet, otros sin embargo tardan unos cuantos años más en descubrirles y, a unos pocos bastantes, nunca les encuentran, porque hace miles de años alguien decidió enterrar a los muertos, y con esa idea, provocó un cambió radical en este mundo en que vivimos.

‘¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocí, Horacio: era un hombre de una gracia infinita y de una fantasía portentosa.

      Hay grupos de personas, trabajadores, funcionarios que se desplazan miles de kilómetros al año para dejar en perfecto estado las tumbas de los soldados fallecidos alrededor del mundo, un ejemplo claro de esto es la Comisión de Sepulturas de Guerra de la Commonwealth. “Tenemos que ir allá donde están enterrados, (…) para que no los olviden”. Algunas de esas tumbas lamentablemente no tienen nombre, por eso graban sobre la misma, ‘conocido por Dios’.

    Nunca debemos olvidarnos del ANJ, el símbolo egipcio para la vida eterna, presente también en muchos camposantos, una llave de la vida, un paso hacia la eternidad. Ya lo dijo el gran Horacio: ‘Pulvis et umbra sumus’ - “Somos polvo y sombra”. Creo que nunca debemos olvidar el pasado, tampoco el presente. El futuro nadie lo sabe.


      Lugares donde están enterrados grandes personajes literarios como el ‘Príncipe invisible de Dublín’, que siempre estará presente en nuestras pesadillas y menos en las oraciones, por lo menos las llamadas santas, con sus cuentos de fantasmas o M.R. James, terrores misteriosos como ningún otro, donde a la puerta del camposanto en este caso no importa cual, nos estará esperando “El carruaje fantasma” de Amelia Edwards, otra famosa fallecida, mientras un terrorífico ser, el conductor de la misma, nos estará esperando bebiendo una buena taza de té verde.


     Seamos un poco locos y hagamos como Le Fanu, caminemos entre las librerías de lo viejo al anochecer, examinando con minuciosidad viejos textos sobre demología y muertos vivientes, gustándonos todo aquello que sea sobrenatural. ¿Tiene más cuentos de fantasmas para mí?

       Aún hay más. Leyendas sobre piedras. “La piedra de Blarney”, que confiere elocuencia a quien la besa, el fango de Torry Bay, siempre llevando sobre nuestras cabezas un buen gorro escocés, el conocido Tam O’Shanter, para finalmente acabar este prodigioso viaje visitando la tumba de la bruja de Torryburn, alabada sea.

Feliz viaje entre los osarios del mundo

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