Jill
Recomendaciones literarias: 20 – Philip Larkin
Larkin
comentaba que levantarse temprano todas las mañanas era una buena motivación
para ‘meterse’ entre pecho y espalda
una ginebra. No andaba muy mal encaminado el autor de ‘This be the verse’ y ‘Una chica de invierno’, pero también es una buena motivación
levantarse bien temprano y en el silencio que nos procura la mañana para leernos
un buen título. Cualesquiera de las dos opciones pueden resultar excelentes,
dependiendo del punto de vista en el cual se mire.
Hay ciudades universitarias
clásicas de toda la vida, muy conocidas. Oxford es una de ellas y el lugar
donde se desarrolla esta novela. Era una época delicada, corrían tiempos de
guerra y el año 1940 no estaba resultando fácil. Los campos de batalla no son
los únicos donde se puede desencadenar un conflicto, también lo son los lugares
de convivencias como las habitaciones estudiantiles.
John Kemp es un joven estudiante
de literatura inglesa, algo tímido y perteneciente a la clase baja, que no
tiene más remedio que compartir habitación con un compañero totalmente opuesto
a él, con una gran salvedad, en un mundo clasista como el de Oxford se mira
absolutamente todo, y Christopher Warner porque así se llama el individuo no es
moco de pavo, es de una clase superior, así que ya la tenemos liada. Una
historia que puede recordarnos a otra gran novela y mejor serie de televisión,
en especial a los que ya tenemos cierta edad y nunca nos olvidaremos de ella,
me estoy refiriendo a “Retorno a Brideshead”.
“Me gustaría
enterrar algo precioso en los lugares donde he sido feliz y así, cuando sea
viejo, feo y miserable, volvería a desenterrarlo y recordaría.
(Sebastian Flyte: Retorno
a Brideshead)
Una generación hedonista debido al
incierto futuro que se les venía encima, que importa el plano académico cuando
mañana quizás estemos muertos, tan solo merecía la pena el hoy y el ahora, ese
maldito mañana queda muy lejos. Nos encontramos debido a este hecho con una
novela frívola, desesperanzadora, llena de individuos fatuos, de vida fácil,
donde todo sigue su curso, digamos un poco decadente hasta que aparece Jill.
John Kemp para ganarse el respeto
de sus compañeros se inventa a Jill. Esa chica que desea tener y
que solo existe en la imaginación, es ese algo ideal e imposible, es todo lo
imaginado y más, dicho de otra forma, esa chica fabulosa que ves por la calle y
de la que te gustaría estar enamorado.
Larkin critica a los jóvenes de su
tiempo, unos estudiando con beca mientras que otros gracias al dinero de papa
no solo estudian en los mejores colegios, también se lo pasan en grande. Un
mundo donde todo aquello que sea mundano prevalece sobre el resto de las cosas,
por eso nos inventamos mundos, vidas nuevas, montones de irrealidades que
ofrecemos a la primera oportunidad para ser aceptados por los demás, mucha
culpa de ello la tienen las malditas redes sociales que tanto nos tienen
enganchados –que nos vuelven más
gilipollas-, llegando un momento en nuestra vida en que empezamos a
creernos y hacer realidad (palpable) nuestras propias mentiras e irrealidades
como le pasó al protagonista de Jill.
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