La muerte únicamente

 


    La RAE dixit que el dandismo es la cualidad de dandi, es decir, esa característica del varón que se distingue por su extremada elegancia y buenos modales. Así que uno de los máximos representantes de este estilo -ya caduco y obsoleto para los tiempos en que vivimos-, dentro del mundo literario, en este caso de la poesía, que dicho sea de paso nunca ha muerto, es el protagonista de la entrada de hoy, un autor perteneciente al grupo de los venecianos, que responde al nombre y apellido de Luis Antonio de Villena.

     Creo y pienso que ha habido tres hombres que han tenido muy claro el concepto de la imagen dentro de la literatura española. Uno era el propietario de la lámpara maravillosa, que de vez en cuando frotaba, llamada Valle-Inclán, aquel que cuentan que cuando le detenía la policía y le preguntaban... 

     - ¿Profesión?- Escritor.

     - ¿Sabe usted leer y escribir?- Y respondía, NO.

     El segundo sin lugar a dudas era aquel que siempre llevaba una puta albina colgada del brazo. Estamos hablando de otro personaje único como era Francisco Umbral y, el tercero, un dandi por excelencia Luis A. de Villena, el autor/escritor/traductor, claramente dandi y más claramente underground de su tiempo, lleno de aristocracia, hedonismo y por qué no, vamos a decirle, que cojones -y con perdón del exabrupto dicho antes- de pedancia y buen hablar, pero cuando uno exuda cultura por todos los poros de la piel, hay cosas que salen por sí solas, a raudales y, este encomiable alumno, salido de las aulas del colegio El Pilar, cuna de prohombres de tiempos pasados, no podía ser una excepción.

     A veces altivo, otras provocador, este personaje fue un valiente de su tiempo (vuelvo a repetir por enésima vez esta palabra), con odas escritas a la promiscuidad, sexo libre, la homoeroticidad, siempre buscador eterno de placeres, incluso los imposibles, le han llevado al primer escalón del medallero poético español, pese a quien pese. El seguidor eterno-platónico de la belleza en todos los aspectos ha seguido en sus trece sin decaer en ningún momento, seguirá así, sin desfallecer hasta que le llegue el abrazo de la muerte eterna, donde pasará a ser eterno y lleno de gloria, para mí es y será nuestro Oscar Wilde nacional.


Luis A. de Villena, retrato de un dandi


     Retazos de su poema Villamediana:

(...) El impulso de la vida.

Morir al acercarse el sol, tocarlo con las manos,

y precipitarse al hondo chillando jubiloso en la agonía.

     El placer es eso, tocar el sol con las manos hasta quemarnos de agonía. Subimos y bajamos como el sol. Hay que joderse, esa es la gran verdad. Muchas veces desechamos ese pensamiento de nuestra mentes, pensando que estamos equivocados, que esos placenteros placeres son inadecuados, pero en el fondo los anhelamos, deseamos sentir y sucumbir al mismo, a ese pequeño gran dios que nos deleita el momento, es de idiotas negarlo. Parece que, al hacer esta entrega, en la silenciosa bitácora que escribo y que nadie lee, me está invadiendo el espíritu sutil y 'villenaico', en una placentera abducción por parte de Luis Antonio de Villena, el hombre que fue nombrado en 1999 por Javier Marías, el monarca del Reino de Redonda, como Duke of Malmundo. ¡Toma ya nobleza!


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