La mañana verde
Corto de café:
Rebuscando entre las “Crónicas marcianas”.
¿Cómo podemos fabricar oxígeno en Marte?
Si releemos algunos relatos de Bradbury en ‘Crónicas marcianas’, se nos
comenta que, el aire de Marte, aunque es respirable, tiene poco oxígeno, vamos,
que más de uno puede pasarlas canutas si quiere darse un buen garbeo por ahí.
Los valientes colonos que deseen aventurarse por esas lejanas tierras, tendrán
que pensárselo más de una vez, ya que la adaptación a la denominada atmósfera
marciana puede resultar complicada, eso sin contar que le puede ocasionar algún
que otro problemilla.
Ese le sucede al treintañero Benjamín
Driscoll, que está a un paso, a una miaja de ser devuelto a la Tierra,
por sus problemas de adaptación (respiratorios) al ambiente marciano. Nuestro
amigo, vistas las circunstancias, no tiene ninguna gana de regresar al conocido
como planeta azul. Consigue convencer al coordinador de su expedición, que le
asigna una tarea, adelanto aquí, y, es raro que yo haga spoiler, bastante
ardua. Driscoll sería el encargado de plantar nuevos árboles en ese inhóspito
sitio, que serían los encargados de producir el oxígeno necesario, haciendo más
respirable la atmósfera de Marte, vamos un trabajo de chinos.
Una tarea bastante difícil de
realizar, porque el suelo marciano es árido, las lluvias deambulan a su aire,
van y vienen cuando le da la gana, pero todo esto no amedranta a Driscoll, un tío
duro donde los haya que, tras un mes de severo y crudo trabajo, sin olvidarnos
de la falta de lluvia ve por fin el resultado de tan ardorosa e íntegra labor.
Una noche llueve y, al despertarse por la mañana puede comprobar que todos los árboles
han germinado, están crecidos, de tal manera que forman un florido y hermoso bosque.
Que satisfacción.
Un relato que termina bien, pero,
seamos sinceros, cada vez que avanzamos en la lectura, pensamos una cosa que,
el pobre Driscoll está trabajando en vano, -que la va a cagar a las primeras
de cambio- plantando como un cabrón para que al final, no consiga nada, todo
ese esfuerzo quedará en agua de borrajas.
Bradbury, como no podía ser de
otra forma, fiel a su estilo, para eso es un maestro de su oficio, da el toque
final, un punto de gracia, pone esa guinda al pastel a la gran tarea
realizada por el colono Driscoll. Nuestro protagonista sufre un desmayo al
respirar el nuevo aire oxigenado de Marte, al que ya no está acostumbrado, al
despertarse dice:
“Antes
de que despertara de nuevo, otros cien mil árboles habían subido hacia el sol
amarillo”.
Relato perteneciente a ‘Crónicas marcianas’
(1950)
Ray Bradbury, el maestro
Post
scriptum:
Los relatos de tinte optimista, y no estoy haciendo ningún signo del gato, vienen bien en un mundo que, cuando uno escucha o ve las noticias, nota que no nos espera un futuro nada halagüeño, que colonicemos lo que colonicemos, siempre llevaremos por delante nuestros defectos y carencias como raza humana, por tanto, habrá que hacer algo para cambiarlo, para que la humildad empape un poco nuestro orgulloso ser, porque entonces, será muy probable que la última noche del mundo esté esperándonos a la vuelta de la esquina, en esos casos, no habrá compasión alguna, estáis advertidos…
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