La última noche del mundo
Un
corto de café en compañía de Ray Bradbury:
El llamado cosmos de los sueños pienso que
siempre ha apasionado a todo el mundo, tanto para bien como para mal. Otros
tienen la duda, el mundo real en el cual vivimos es en verdad un sueño del que
no podemos escapar, mientras que lo soñado quizás pueda ser nuestra vida real.
Eso puede analizarse desde el punto de vista de cada uno.
Pero, ¿qué sucedería cuando en una
misma noche todos soñáramos lo mismo? Un sueño donde todos al despertar nos
hiciéramos la misma pregunta. ¿Qué harías si supieras que esta es la última
noche del mundo? Lo sabemos debido al sueño siniestro
que hemos tenido la noche anterior.
Puede sonar a risa, pero no.
Cuando estuviéramos en el trabajo delante de la máquina de café, nuestras
conversaciones serían distintas. Ya no hablaríamos de los temas triviales de
siempre, tan reiterativos, sino más bien de… ¿Has soñado lo mismo que yo esta noche?
Entonces ‘acojonados’ contestaríamos sí,
lo
mismo. El caso es que no tendríamos miedo ante tal situación de
espanto. Respiraríamos en un ambiente de paz y relajados ante lo que nos
espera. Así que tranquilos algo importante puede pasar porque la cosa va en
serio.
¿Discutirías con tú pareja sobre
lo que podéis hacer con la última noche de vuestras vidas? Unos seguirían con
la rutina de siempre, otros innovarían y harían algo diferente, algunos… no lo
quiero ni pensar.
La pareja del relato es más
práctica y piensan que no hay motivo para hacer algo extraño o diferente, se
meten en la cama y luego se besan. Bradbury siempre me pareció un maestro y lo
más bonito de este relato es que nos
quita el miedo sobre lo que nos pueda pasar. Si algo tiene que pasar pues
que pase y punto. Nos hace ver la muerte a la que tanto tememos desde otro
punto de vista.
Al tomarse el fin de una forma tan
tranquila, nos da a entender el coraje con que cada uno de nosotros debe de
enfrentarse a los problemas de la vida. El texto, aunque corto tiene mucho que
exprimir porque también toca el tema de las relaciones entre padres e hijos,
pero eso ya es otra historia. Este corto de café toca a su fin y hay que seguir
saboreando otro tipo de lecturas.
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