El Sur

Ejemplar dedicado y firmado por Borges a Oliverio Girondo, es una primera edición del año 1944 y  contiene una lámina con el retrato de J.L.B. 

 

Introdutio:

         Volvemos al ataque con una de estas entradas  que me apasionan, pues no me cuesta nada decir que el mundo borgeano me atrapa, sí, ese que pertenece a la cuadratura perfecta argentina, formada por el papa Francisco, Maradona, el más humano de los mortales dioses, porque nunca escondía sus pecados, con esa famosa frase de, “papá, me fui de mambo”, luego vendría “El Mudo de Gardel” y, finalmente el protagonista de la historia de hoy, Borges, ese inigualable ser que amaba tanto a los libros como a las bibliotecas, amado y odiado por igual. Ya sé que tenía sus cosas, junto con algún que otro autor metido entre ceja y ceja, pero a mí eso me da igual, como dije antes los dioses, cuando bajan a la tierra y se hacen humanos, cometen más pecados que nunca.

Al grano:

          Una vez metidos en la cocina, pongámonos con el guiso, que es lo más importante. Con ‘El Sur’ podíamos comentar muchas cosas y, jamás terminaríamos de decirlas, pero decir en primer lugar que en Borges siempre surge la transtextualidad, es decir, sus textos siempre te llevarán a otros textos, a otro sin fin de lecturas, con las cuales podrás enlazar sin ningún problema, y que  ‘El Sur’ es el último relato escrito de su puño y letra antes de perder por completo la vista, pasando a escribir de ‘otras formas’, siendo también el último cuento en lo que el llamó un ‘raid creativo’, que abarcan los años que van desde 1938 a 1953. Dentro de este período, podemos decir que están presentes sus dos grandes libros de cuentos: Ficciones (1944), entre los que está El Sur y El Aleph, ya comentado en este silencioso blog no muchos siglos atrás.

           En El Sur nos encontramos con muchas notas autobiográficas, como suele ocurrir en muchos de sus cuentos y, este, no iba a ser la excepción, donde el mundo de Borges se muestra más claro y oscuro a la vez, por eso este cuento, puede estar considerado como uno de los más sublimes, según el punto de vista de los expertos en J.L.B., donde combina, de forma genial, la fantasía y el realismo.

             El protagonista es Juan Dahlmann, que trabaja como secretario en una Biblioteca Municipal de Buenos Aires, donde por parte materna tiene sangre criolla, ya que era nieto de Francisco Flores, soldado de infantería, que murió en uno de los enfrentamientos que hubo con los indios de Catriel, recuperando con toda la alegría del mundo una casona familiar en el Sur del país.

             Un día que volvía a casa, tras haber adquirido una edición de ‘Las mil y una noches’, se mete una buena castaña con el batiente de una ventana. En un principio, aunque ha sangrado bastante, no le da la importancia debida, pero a la llegada de la noche el asunto empeora y, tras unos días bastante malos, los médicos deciden el tan temido traslado al hospital, donde le realizan una intervención quirúrgica.


Borges y Humberto Eco amaron los libros y las bibliotecas como nadie...

           Cuando Dahlmann despierta asocia el lugar donde está con el mismísimo infierno, despreciando no solo su enfermedad, también la debilidad que domina el cansado cuerpo que soporta sus penas. Un poco más tarde el médico le dice que ha estado a punto de morir, debido a una septicemia, llora alegrándose después cuando le comunican que le darán muy pronto el alta médica y, podrá pasar la convalecencia en el ansiado Sur.

             Durante el trayecto mezcla el viaje con los sueños, llegando a la conclusión que ese viaje hacia su querido Sur también es un viaje hacia el pasado, y que el tren donde se encuentra no es el mismo que el del principio. El viaje se va complicando o cambia a más extraño cuando un revisor le comenta que el ferrocarril no parará en el lugar habitual, (vaya lío, pero tranquilos, este spoiler por mi parte no es así, todo se aclarará al debido tiempo) primer misterio de la lectura, la parada será en la siguiente estación, y ahora es cuando la situación empieza a complicarse. En la parada al no haber transporte tiene que caminar una considerable distancia hacia el verdadero final del viaje.

           En la cantina cree reconocer al responsable de la misma, pero no es así, confundió su rostro con uno de los trabajadores del hospital, (segundo misterio) además, asegura que no le conoce de nada, cuando en realidad no es así, (tercer misterio). Se queda a comer y en la cantina del lugar tan solo hay un grupo de jóvenes que comen y beben, (cuarto misterio) y, en el suelo, apoyado contra la barra un viejo gaucho que parece no pertenecer a este tiempo, (quinto misterio) o tal vez sea… ¿uno de esos personajes que aseguran viajar en el tiempo?


Estación de Comodoro Rivadavia (Argentina)

                Dahlmann mientras termina de comer nota que les jóvenes de la mesa cercana le están tirando migas de pan a la cabeza, claro, hay que joderse, y con razón, pero no lo hace, saca su ya conocido ejemplar de ‘Las mil y una noches’, pensando en Serezade. Lamentablemente los personajes de la mesa de al lado siguen “erre que erre” y siguen dando en el blanco en la persona del infortunado hombre, con la miga de pan de los cojones. Como no quiere broncas se larga del lugar, donde las circunstancias ya empezaban a calentarse. Cuando lo hace, el posadero le llama por su nombre, (sexto misterio).

                   Jodido de narices comprende que el dueño le conoce, al igual que los tocagüevos de los tira migas de los cojoncillos, tomándose la ofensa como ‘algo muy personal’. El resultado os lo podéis imaginar. Acercándose a la mesa les pregunta que coño pasa. Uno de ellos, el cabecilla, el más matón de todos se levanta, saca un cuchillo y le amenaza. ¡Ya está liada! El posadero, como quien no quiere la cosa les dice que Dahlmann no va armado. En ese momento es cuando el viejo gaucho, que está tirado en el suelo, le lanza un cuchillo al bibliotecario, que queda a sus pies.

            Cuando agarra el puñal se da cuenta que con su acción acepta el duelo. No sabe manejar un cuchillo, nunca se peleó con nadie de semejante manera. Comprende que es un hombre muerto, que es mejor morir así que haberlo hecho en el hospital de las narices, (séptimo misterio). Sale por tanto a la calle para enfrentarse con su rival… ¿Es un valiente o tan solo un estúpido?

Gaucho argentino


Resolviendo misterios:

             Podemos decir que este relato es fantástico, aunque Borges dice de él que también puede leerse como una novela. ¿Nos está sembrando la duda? Tú decides, pero aclararemos uno a uno todos estos misterios que hemos ido dejando en el aire.

             Antes de comenzar despejaremos una gran clave, claro está que esto es siempre desde mi punto de vista, y pienso que nada de lo que ocurre es real, y tampoco es una alucinación, porque Dahlmann murió realmente en el hospital, y el viaje que realiza hacia el Sur es una alucinación de como en realidad le gustaría haber muerto. ¿Queda claro? Así que, entre la fantasía o realidad debes de decidir el tema que más te gusta, también esto es algo típico en Borges.

                Resolvamos ya de una vez los misterios planteados hasta ahora, para parafrasear después una de las frases más famosas y detectivescas, el “Elemental querido Adso” de Guillermo de Baskerville, cuyo autor creó al personaje de Jorge de Burgos, inspirándose naturalmente en Borges.

Primer misterio: El tren se detendrá en otra estación, no en la que corresponde.

              Intuimos con esto que Dahlmann no se va a curar durante la estancia en su querido Sur, porque durante el trayecto ha entrado en otra dimensión, en otro tiempo digamos que transversal, para morir como lo hicieron sus antepasados, haciendo honra del orgullo criollo.

Segundo misterio: Cree confundir al cantinero con uno de los trabajadores del hospital.

              Esto lo podemos enlazar con el momento en que Dahlmann está en el sanatorio, pues sigue ahí, no se ha ido todavía. Como hemos mencionado antes y, con la necesidad de volver a repetirnos volvemos a decir que, ese era el viaje que quería hacer, el lugar donde quería estar, por tanto todo es una alucinación que le ocurre en el hospital antes de morir.

Tercer misterio: El posadero le conoce, sí sabe quién es.

          Esto demuestra dónde está la mente del protagonista en esos instantes. Viajaba muy lejos del hospital, su mente le dice que debe morir, no anónimamente en un dispensario médico de la capital argentina, sino como un reconocido criollo, como lo fueron sus familiares por parte materna.

Cuarto misterio y quinto misterio: En el suelo, apoyado junto a la barra, se encontraba un viejo gaucho.

             Con esto Borges enfrentaba el pasado (gaucho) con el presente (bibliotecario). La lucha entre lo que fueron en el pasado (criollos) y lo que son ahora (capitalinos). Ese pasado familiar con el que se enfrentaba ahora. El viejo gaucho se presentaba como el abuelo fallecido en la lucha contra los indios, pues era el militar Francisco Flores.

Sexto misterio: El posadero le llama por su nombre.

           Desde la muerte se da cuenta que su verdadero ser es el alma criolla, no el espíritu que está metido en su ya inerte cuerpo, que viaja hacia el Sur para dejar allí el orgullo criollo, con el que quiere ser enterrado.

Séptimo misterio: Agarra el puñal que le tira el viejo gaucho.

            Se cierra por fin el círculo, todo queda terminado. Es reconocido por fin aquello que tanto ansiaba, pues perteneces a una de las mayores estirpes habidas en Argentina, la criolla.


Facón argentino


Datos autobiográficos en “El Sur”:

              Todos los autores, hasta los desconocidos como yo, solemos poner datos autobiográficos en nuestras obras, por muy malas que sean. Borges no podía ser una excepción, veamos unos ejemplos, y no creo que en esto tenga para nada tenga que ver con eso que llaman narcisismo.

           Dahlmann era bibliotecario, Borges fue nombrado director de la BNA con 55 años. El protagonista se pega un buen castañazo contra el batiente de una ventana mientras subía las escaleras, absorto en la lectura de ‘Las mil y una noches’, y J.L.B. tuvo una septicemia como le pasó al protagonista del relato por un golpe que se dio en su juventud. Las similitudes comprobaréis que son varias, por lo que “El Sur” debe de ser uno de los relatos más especiales para Borges.

Ultílogo:

                Este Homero moderno siempre sobresaldrá por encima de los demás, por eso vuelvo a repetir las palabras que ya colgué por aquí alguna vez. ‘La memoria del hombre no es una suma; es un desorden de posibilidades indefinidas. El irrepetible argentino ratifica más mi pensamiento sobre el ser humano cuando comenta eso de, ‘uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído’. Visto lo visto, yo prefiero perderme siempre en ese jardín donde los senderos siempre se bifurcan...

                  


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