24 frases del libro: Amor y morriña

Theodor Kallifatides, autor de la novela "Amor y morriña"


     No hace mucho tiempo hicimos la lectura de este libro, “Amor y morriña” en nuestro club de Gijón-Sur, donde poco a poco, fuimos descubriendo el mundo de Theodor Kallifatides, que nos sorprendió por completo, donde se nos fue revelando la kátharsis de Aristóteles, a cargo del protagonista de la historia, un joven llamado Cristo, un estudiante griego con una beca en Suecia, allá por el año 1964. En la narración, bajo mi gusto han destacado una serie de frases y momentos que a mí, me gustaría resaltar, en este caso reseñar en esta silenciosa bitácora, que como digo siempre, nadie lee.

·                   No eres ningún ladrón y, aunque lo fueras, la felicidad no se puede robar.

La vida es más sencilla que el ajedrez. Nos tocamos, nos cogemos, nos acostamos unos con otros sin necesidad de mover nada en absoluto.

Aquel que destruye una familia carga con el delito mientras vive.

Las cosas se habrían desarrollado de otra forma si llamaran al paraíso lo que de verdad era: una cárcel sin ventanas, la auténtica maldición de Dios, la pesadilla del ser humano.

Es sueco. Sus manos saben lo que hacen y tiene una llave inglesa en el corazón.

Cada palabra nueva es ahorrar un poquito más, como meter dinero en el banco.

Lo que es cruel no es la vida. Somos nosotros, -le contestó el conductor sin rastro de amargura.

(…), la profesora de latín del instituto solía decir que una falta de ortografía podía transformar el mundo. Era una variante temprana de la teoría del caos.

Cada sociedad ha creado sus propias cláusulas de redención. Un teatro o una iglesia o un estadio.

El alma humana, ese vagabundo rebelde que todos llevamos en nuestro interior, no se puede domesticar.

Nada más, pero era más que suficiente. Italia era sexo, Alemania prohibición. Francia conversación.

Si a uno le da sed en el desierto, no invoca a los dioses, sino que se pone a cavar un pozo.

El amor sin obstáculos es como el agua. Te la bebes y desparece la sed.

El amor con obstáculos es como el vino. Te lo bebes, te emborrachas y no quieres volver a estar sobrio nunca más.

Estaban creando un pasado juntos. En algún momento en el futuro, viejos y cansados, recordarían ese instante y sentirían envidia de sí mismos.

Nada tiene menos prioridad que lo que está escrito en la suela de un par de zapatos viejos.

Lo único que se puede hacer con la pena es ennoblecerla. De lo contrario sucumbe.

No importaba. Hay momentos en la vida en los que tanto la verdad como la mentira acarrean las mismas consecuencias.

A veces la vida es una mordedura de serpiente. El veneno tarda poco en matarnos.

(…) pensaba en lo poco que escogemos en la vida y lo mucho que la vida escoge por nosotros.

(…) El mal de amores ha creado obras maestras. Ninguna otra cosa ha sido tan productiva.

El amor de tu vida no tiene que ser necesariamente un mal paso, pero puede ser un malentendido.

Siempre podía alegrarse de que no fuese a peor. La vida no es un camarero que va tomando pedidos.

Uno vive también exiliado de sí mismo.

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