Gallimard
Hace unos días leía la noticia donde se relataba que la famosa Editorial Gallimard avisaba que de momento no recepcionaría más manuscritos, pues debido a la crisis 'el asunto se había salido de madre' y que recibe una gran cantidad diaria de textos para su lectura, así que el maldito coronavirus ha despertado nuestra imaginación e intentamos publicar experiencias, ideas y que se yo que han surgido durante este tiempo de tortura con el indeseable bicho, así que la grafomanía entra en todas las casas, bienvenida sea, además al contrario que la Covid-19 espero que dure mucho tiempo.
Las editoriales están desbordadas, que suerte que tienen trabajo, otros sin embargo no pueden decir lo mismo, teniendo donde escoger, valores y buenos manuscritos sobran, tan solo hay que darles esa oportunidad, el necesario empujón para ser conocidos. El problema radica en que se escribe más pero se lee menos. Nos olvidamos de algo muy importante, para escribir bien no solo hay que practicar -como todas las cosas-, hay que leer mucho y bien para poder transmitir algo que merezca la pena y con el nivel necesario para ser leído y publicado, no debemos ser estrellas antes de tiempo, todo lleva un camino.
Esta avalancha de grafomanía también ha provocado un gran retraso en las publicaciones, muchas de las cuales siguen en cola a la espera de ver la luz, trastocando los planes de bastantes escritores.
"En vista de las circunstancias excepcionales, les pedimos que dejen de enviar manuscritos. Cuídense siempre y buenas lecturas".
Las mujeres siguen leyendo más que los hombres, y pienso que no se distraen tanto con el puto móvil como nosotros, son más prácticas con diferencia. Creo que ahora se lee más en libro electrónico que en el adorado papel -que tenía que estar en los altares-, sobre todo en el trasporte público y en la cama, donde es más fácil sujetar un ebook que uno de esos 'tochos' superhojas que por narices nos quieren imponer algunas editoriales, y que tanto les gusta a ciertos autores tipo dinosaurio.
Gallimard marca la diferencia y siempre responde, sabe perfectamente que el silencio es el peor de los castigos. Las editoriales españolas -algunas-, a remolque de los tiempos y las circunstancias, unas auténticas espanta lectores quieren que nos traguemos truños del famosete de turno, maridos de presentadores guais en programas con tirón, politicastros en busca de independencias imposibles, junto a las pajas mentales sobre la pandemia de escritores encumbrados y llenos de ego.
Los grafómanos no nos creemos que somos alguien, tan solo unos pobres dioses que deseamos ser leídos por familiares y amigos, ese es el mejor premio a nuestro trabajo. Mientras tanto yo digo lo mismo que Gallimard, "cuídense y felices lecturas".
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