11 frases del libro Yeguas exhaustas
El
pasado me de enero publicábamos en esta silenciosa bitácora la reseña del libro
Yeguas exhaustas, que correspondía a la lectura de nuestro club de lectura en Gijón-Sur.
No estuvo nada mal, tanto la reunión, como el libro, donde se destacaron bastantes
cosas sobre el libro y los temas que en él se trataban.
Hoy, daremos paso a otra parte de
la narración, en este caso son las frases que más nos han llamado la atención,
en mi caso han llegado hasta 11, las cuales traigo hasta estas líneas,
esperando que, más o menos os gusten.
Un
pobre no puede permitirse dejar de trabajar o trabajar menos ni un solo día.
Una pobre, menos.
El
gran pecado mortal para la clase baja es la pereza, porque es el que de verdad
le cuesta la vida.
El
cerebro pone vaselina en las palabras para que me arañen menos…
La
facultad paga en vanidad lo que no paga en dinero…
La juventud
no paga por sus amantes, sino que cobra de ellos.
Escribir
un libro es borrar.
El
cuerpo es un agujero negro del pensamiento, una turbina que transforma toda
energía en angustia.
Ese
abanico de pantalones que me aguarda en la penumbra del armario es una escalera
hacia la desestabilización.
Estamos
protagonizando uno de los cambios más rotundos de los últimos tiempos: los
pobres habían dejado de ser delgados por la escasez de alimentos y comenzaban a
estar gordos por la dificultad para acceder a comida saludable. Bienvenidos al
reino del carbohidrato barato y del glutamato.
Y
nuestra relación, un chicle mascado hasta el infinito, sin saber, que hemos
estado a punto de tragarnos varios veces, pero que no nos atrevemos a escupir
por miedo, por temor a la inercia de nuestras mandíbulas.
Leí en
alguna parte que la privación del sueño es una forma de tortura eficaz. Debimos
de convertirnos en torturadores profesionales.
Espero que hayan sido de vuestro
gusto y halláis disfrutado con alguna de ellas. Hay frases que pasan para el
recuerdo, otras se quedan grabadas en nuestra cabeza para siempre, sin embargo,
otras, una minoría, caminan por la vida, por nuestros ojos sin pena ni gloria,
dirigiéndose al más largo de los olvidos.
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