El enamorado invisible
Los detectives de mamá: (2)
Un corto de café con uno de nuestros investigadores favoritos.
Eran otros tiempos.
Seguimos con las aventuras y casos
de uno de los detectives americanos más célebres, y eso que, los tienen a
patadas, para dar y tomar. Ellery Queen fue creado por la dupla de primos
Frederick Dannay y Manfred Bennington, cuando publicaron su primera novela, ‘El
misterio del sombrero romano’, donde fue el personaje principal en más de
treinta novelas.
El protagonista de la historia se
llama Roger Bowen, de unos treinta años de edad, ojizarco, es decir de ojos
azules, blanco, alto, risueño y, hablaba con el acento gilipollas de los que
han estado en Harward, y, ejercía la abogacía en la ciudad de Corsica, Nueva
York, con una espeluznante población de 745 habitantes. Se le acusa de haber asesinado
a un rival en el amor, un tal McGovern, donde todas las pruebas parecen indicar
sin duda alguna que él es el verdadero culpable, a pesar de que la gran mayoría
de la gente atestiguaba sin ninguna duda que él, era inocente.
El detective, una vez acomodado en
la pensión del lugar comienza con las pesquisas, donde empieza a barruntar los
primeros indicios, porque ‘no todo era o será tan malo como dicen’, pero
todo seguía en el peor de los casos, Roger Bowen no tenía coartada.
Cuando Ellery Queen registra/examina
la habitación del asesinado hay un detalle que, llamaba poderosamente su
atención, algo que le cuadra, pero… que puede ir poniendo todo en orden sobre
tal intrincado asunto, así que, pone manos a la obra porque no tiene nada que
perder, pero sí mucho que resolver.
Iris Scott es un auténtico bellezón,
vamos, lo más guapo del lugar, capaz de volver loco a cualquiera, como así fue.
Era fresca, alegre y delicada como la misma flor de lis. Un armario movido del
sitio habitual y, una melladura en el yeso del zócalo pone todo en su sitio, todo
gracias a la inteligencia de nuestro joven amigo. Antes de pasar a las
siguientes líneas hay algo que quiero mencionar, el respaldo de una silla
también puede resultar importante para intentar solucionar un crimen, a la hora
de resolver un asesinato.
Para cuadrar las cosas finalmente
Ellery decide visitar el cementerio a una hora bastante intempestiva, unas
fotos y… voila, todo resuelto, para asombro de todos aquellos que creían y
pensaban que nada podía sacarse al respecto de tal enredado asunto, que no
había nada que hacer para defender al pobre Rober Bowen, el individuo con
acento gilipollas de Harward. Como sucede en estos casos, el asesino siempre es
quien menos se espera. ‘La esperanza surgen en el corazón de los hombres
como un manantial de júbilo...y de odio mortal. Mirando a la bella Iris
Scott, Ellery Queen tan solo pudo decir lo que tenía decir, y, masculló las siguientes
palabras. Hija mía, Sam Dodd la amaba.
Este relato
fue escrito en 1934.
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