La puerta en el muro
Este título de
H.G. Wells, me retrotrajo a una entrada que hice unos años atrás, en un blog
que trataba sobre la música de los años 50,s, y era “La puerta verde”. Así
que, ‘La puerta en el muro’ me ha llevado a las antiguas obsesiones del
pasado y, también del presente, como son la puerta verde, saber que hay detrás
de ella, la escalera de Jacob, las puertas del infierno, mis temores favoritos…
junto con alguna cosa más, detallitos sin importancia, que de momento no me da
la gana de contar, porque ya serían demasiadas intimidades juntas que podrían
salir a la luz y, ese no es mi deseo.
Como Asturias es un lugar
maravilloso, lleno de sueños, cuentos y leyendas, venía un poco escaldado del
fiasco que supuso para mi la lectura de ‘Mr. Skelmersdale en el país de lashadas’, porque aquí tenemos a las xanas, que más de uno ha
tenido la oportunidad y el privilegio de verlas, servidor el primero en una
noche fresca de San Xuan, en un lugar conocido como La Fonte de la Huchera,
pero eso ahora, no viene a cuento, por lo que el relato de Wells carece de
fuerza, por ese se me hizo soso, siendo sincero decepcionante, (todos somos
humanos), pero he aquí que con este relato, -cuento más bien- el maestro
vuelve a las andadas de la calidad y lo sublime, llevándote a otras lugares sin
necesidad de alucinógenos, él ya los pone, sin ningún impedimento entre sus
palabras, tocando la perfección, mediante una historia que entra dentro de la
fantasía y lo psicológico, un poco mucho alejado de la ciencia ficción, que
tanto apasiona a más de uno.
Ad rem, vayamos al
grano de una maldita vez, porque si sigo enrollándome así acabaré estampando
con una buena hostia contra la pared, atravesándola sin necesidad de abrir la
puerta verde de los demonios, dándome de bruces con la irrealidad de la
sinrazón.
Dos amigos de mucho tiempo
atrás, de esos que dicen de toda la vida, aquellos que hablan con
confianza y sin tapujos, contándose uno a otro sus secretos más inconfesables.
El amigo del narrador le cuenta una de sus intimidades, pues, cuando era niño,
había perdido a la madre, tenía un padre severo, que esperaba mucho de él y…
hasta tenía una institutriz que se ocupaba a todas horas de su persona. Bueno,
pues, un día, encontró una blanca pared y, en ella había una hermosa puerta
verde. Armándose de valor tomó la decisión de traspasarla, encontrando tras el
umbral de la misma un maravilloso mundo, totalmente distinto al que vivía,
llenándole de esa paz y alegría que tanto le faltaba.
Cuando volvió a la realidad y
después de mucho años seguía haciéndose las mismas preguntas: ¿Fue un sueño,
una alucinación o una realidad? ¿Puede el hombre vivir de quimeras? ¿Los
sueños, sueños son o hay algo de realidad encerrados en ellos? ¿Es esa puerta
verde las oportunidades de la vida que muchos dejan escapar? ¿Existe un último
tren? Todo eso es lo que nos quiere mostrar Wells en el relato, pero prosigamos
con él…
Muchos soñamos con
encontrarnos algún día con esa puerta verde que nos conduzca a un florido
jardín, ese edén encantado que nos cure del tedio de todos los días, el
aburrimiento que nos acompaña como el desodorante que nunca nos abandona,
mencionando un antiguo anuncio televisivo de hace unas décadas. El protagonista
tiene la enorme suerte de encontrarla varias veces en su vida, pero nunca tiene
la decisión ni la valentía suficiente para caminar hacia ella, para dirigirse a
esa dimensión que podría cambiar su existencia por completo. Lionel Wallace es
un personaje que a pesar de triunfar en la vida, no está satisfecho con ella,
ya que está lleno de indecisiones, quizás hasta un trauma nunca olvidado de la
niñez, del cual no se puede deshacer, una existencia donde caben dos almas, la
de adulto y la de ese niño interior que nunca murió. Él ha escogido un camino y
tiene que seguirlo hasta las últimas consecuencias, pero a lo mejor, hay un
lugar para el arrepentimiento.
Ultílogo:
The door in the wall fue
escrito en el año 1906 y editado el 14 de julio en el Daily Chronicle y, más
tarde en el 1911 fue publicado bajo el mismo nombre y añadiendo cuatro
historias más, relatos de esa misma índole que tanto apasionaban al bueno de
Wells.
(…)
Apenas estuvo la puerta cerrada a mi espalda…
Una puerta verde da para
mucho y, el autor de La guerra de los mundos nos la abre o nos da la
oportunidad de hacerlo, para que nosotros mismos decidamos. Una joya literaria
que no debemos pasar por alto en nuestras lecturas, un cuento mágico fantástico
que no nos llevará mucho tiempo.
A Wallace esta puerta le
llenó de añoranza durante toda su vida, rechazó todas las oportunidades que
tuvo para abrirla, para traspasar ese umbral. ¿Hacemos nosotros lo mismo? La
practicidad, en ocasiones no es buena. En ti está decidir.
Volver al pasado, a formar
parte de esa niñez pasada puede ser un buen augurio, con esto no me refiero a
ser siempre un Peter Pan, sino más bien a no perder ni la sencillez, ni la
espontaneidad de antaño. Nunca dejes de ser un niño, sueña, sueña, aunque ya
estés cercano a cumplir los sesenta o los ochenta, que más da.
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