Amelia Edwards y su carruaje fantasma



     Amelia Ann Blanford Edwards, solo le falta el Perkins para que sea el quinteto de la selección inglesa de baloncesto en cualquier campeonato deportivo, pero bromas aparte, esta escritora británica, conocida en el mundo literario como Amelia Edwards ha pasado a la historia por ser una de las autoras de relatos de miedo y fantasmagóricos más importantes de su tiempo y de este presente también, tener en cuenta que estamos hablando del S.XIX, y aunque no ha pasado mucho tiempo, a llovido lo suficiente para considerarla como una época lejana.

     Era una mujer bastante inquieta, para nada de estar por casa porque entre otras cosas fue, egiptóloga, periodista, viajera y novelista, y ya desde bien joven, al igual que unos muestran aptitudes para el piano, ella lo hizo como escritora. En su obra queda plasmada toda la cantidad de viajes que hizo, porque vuelvo a recordar que fue una ávida viajera, así de este modo recuerdo a mi profesor de matemáticas en el instituto, don Cloroformo’, que decía una y mil veces eso de… la repetición es la madre de la retención.



       Volviendo al  tema que nos  trae hoy en esta silenciosa bitácora que nadie lee, esta mujer es autora de una serie de títulos que merece muy mucho ser leídos, a diferencia de este pesado blog, entre ellos están “El carruaje fantasma”, muy recomendado, “Una noche en los confines de la selva negra”, “El confesionario”, “El expreso de las cuatro y cuarto”, “La historia de Salomé”, “Una misión peligrosa” y “El paso nuevo”, que podéis encontrar, eso sí, animándose a leerlo en la editorial Carfax, con una portada que merece mucho la pena y, aunque no leemos por la portada, si que esta anima lo suficiente como para llamarnos la atención a echar un buen vistazo al argumento del mismo.

Amelia Edwards, la protagonista de esta entrada

              Cuando contaba treinta años, colaboró en revistas literarias, entre ellas estaba una dirigida por el ‘padre’ de Oliver Twist, Charles Dickens, la gaceta en cuestión se llamaba “All the year round”, donde publicaba sus propios cuentos de fantasmas que ella misma ilustraba, y lo hacía de forma anónima, que muchos llegaron a confundir con los del propio Dickens, pues eran muy parecidos en estilo. En plan anécdota, diremos que Amelia Edwards fue una gran sufragista, una partidaria del voto femenino, una gran voz en favor de las mujeres de su tiempo, esa época victoriana de la que tanto se ha escrito. Alba Editorial, que a mí me gusta mucho, es una de mis favoritas, también tiene editado “El carruaje fantasma y otros cuentos góticos”, que humildemente animo a leer y…con una portada también de “que te cagas”, una atrayente para que fijes tu mirada en el ejemplar.

              Estoy convencido que otros príncipes de las tinieblas como Le Fanu, M.R. James, en los cielos literarios, estarán muy contentos de tenerla en sus tertulias, siempre en una lluviosa y fría noche de invierno, sentados en unos buenos butacones, al calor de un crepitador y colorido fuego, donde los truenos de la tormenta harán una buena compañía, para que nosotros, humildes y anónimos espectadores, nos muramos de miedo.


 

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